El Fandi ha vuelto a encandilar al público de la Maestranza con las banderillas, mostrándose moderado y valiente en ambas faenas. El Cordobés y Rivera Ordóñez han sido silenciados en una tarde en las que los toros de Torrestrella, nobles y sin demasiadas complicaciones, no terminaron de romper.
El Fandi es un torero con mucho oficio, que sabe lo que hace, y lo hace bien. Hoy lo hizo mejor con los engaños que con las banderillas |
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Manuel Viera.-
La imagen que en la plaza ofrece David Fandila ‘El Fandi’ es la de un torero relativamente fácil de encasillar. De ahí que muchos tengan la falsa seguridad de conocerlo bien, o la sensación de que más allá de sus banderillas hay poco más que merezca la pena conocer. Y no es así. El granadino es un torero con mucho oficio, que sabe lo que hace, y lo hace bien. Hoy lo hizo mejor con los engaños que con las banderillas. Y aunque confirmó una vez más su perfecta sintonía con el público, su espectacular terció mantuvo la fastuosidad pero no la autenticidad.
El granadino se movió con enorme habilidad con el sexto ‘torrestrella’, un toro con empuje en la muleta aunque sin demasiada clase en las embestidas |
Sin embargo, resalta sobremanera la importancia de una faena que, sin asomo de almibaramiento, fue demostrativa de que El Fandi tiene toreo. Es más: auguro que todavía le queda por mostrar lo mejor. El granadino se movió con enorme habilidad con el sexto ‘torrestrella’, un toro con empuje en la muleta aunque sin demasiada clase en las embestidas. Fandila lo toreó despacio con el capote, fue espléndido, aunque demasiado fallón, con los palos, e imprimió temple a un trasteo con altibajos de fondo y forma pero siempre moderado y valiente.
Sin duda alguna, a la chita callando, El Fandi, hizo suya la tarde. Porque con el tercero, encastado y complicado, supo también resolver las dificultades de las embestidas plantándole cara sin tapujos. Mejor o peor, los muletazos a media altura compusieron una faena con aguante y sin caer en falsos victicismos para la galería. Aquí, también la espectacularidad del tercio de banderillas le ganó a la pureza de clavar. En ambos le ovacionaron pese a no estar certero con la espada. |
Manuel Díaz ‘El Cordobés’ es uno de esos toreros que los puristas ‘odian’ con toda su alma. Para empezar se le achaca la banalidad de sus formas y un mecanismo tan extremo para contagiar a la gente que debería darle vergüenza. Y además no se le considera absolutamente ortodoxo. Da lo mismo, él sigue siendo tan sugerente como puede serlo el mejor figura. Y es que en el toreo, a veces agresivo, de El Cordobés se esconden unas maneras de realizarlo que gustan a ese otro público que lo aclama y se divierte. Como uno lo que admira de este torero es su poder de comunicación con su público, no me molesta, sino que más bien se agradece que no engañe a nadie. Y Manuel Díaz no lo hace.
No lo hizo hoy con una gente alegre y festiva, dispuesta al divertimento sin la más mínima exigencia, y aplaudiéndole como si de un ídolo se tratara. Y allí se fue, al amparo de la solanera, a trazar muletazos en tandas muy cortas, limpios algunos, por afuera muchos, y despegados todos. Así lo hizo con el noble primero que acudía y acudía a la muleta sin maldad. Y también al serio y astifino cuarto, noble y con son en las embestidas. Tras lo obligados y exagerados desplantes mató con brevedad. |
De nula seducción fue el toreo que mostró Rivera Ordóñez al soso y noble segundo. Fue una faena desvirtuada, sin ligazón, que parecía contrahecha desde el hotel, y basada en el escaparate de la modernidad y de la banalidad. Abusó del pico y del medio pase para mostrar unas formas demasiado estandarizadas. Con el complicado y rajado quinto, un sobrero de Toros de la Plata, lució en banderillas con naturalidad y estilo, sin prescindir de un valor que utilizó para reivindicarse en este tercio. Los intentos de faena resultaron nulos ante la flojedad de un animal que acusó el enorme costalazo que sufrió en el primer tercio de la lidia. El toro terminó echándose dificultándole la última suerte al torero. |
AL NATURAL |
El tuerto en el pais de los ciegos
Francisco Mateos.-
La plaza hoy era otra cosa. Plaza del pelotazo. Pelotazo para la empresa. No hay billetes. Eso sí: lleva toda la razón la empresa Pagés para anunciar esta corrida de un cartel de toreros con dudosos méritos para estar en la Feria de Abril. La plaza se llena, y por tanto le da a la gente lo que quiere ver. Esto es así, compadre. Y los toreros conocen perfectamente cuál es el público de un día como hoy y se marchan a torear a los terrenos de sol, donde hacer las cosas al ‘abrigo’ de ‘su’ público. Público fiel y jaleante, que te corea el más mínimo gesto. Descarada la estrategia de El Cordobés, que mandó que le cerraran a su segundo toro en los terrenos de sol, directamente tras las banderillas. Y después se le apagó tan pronto que no le dejó dar ni una sola vez el ‘salto de la rana’…
El refranero popular español -sabio y erudito donde los haya- dice acertadamente que el tuerto, a pesar de ser tuerto, es el rey en el pais de los ciegos. Lógico. Por eso se puede caer en el error de engrandecer lo que hizo el granadino Fandi, que fue sincero con su toreo. Aunauqe como todo, el libro de gustos está en blanco. Porque no hay más. Ahora bien, está claro que lo que ha hecho El Fandi, comparado con El Cordobés y Rivera, es como eso de ser rey en el pais de los ciegos. Pero su toreo no deja de ser ‘tuerto’, con todos los respetos a quien da todo lo que tiene. La corrida se mide comparando a un torero con el otro. Y como los otros dos pues nada de nada, lo que hizo El Fandi pareció más de lo que realmente hubo. Pero esto es lo que hay. Y el año que viene, otra vez los mismos. Total, la empresa tiene razón: la gente llenó la plaza al completo. Y el cliente siempre tiene la razón… O no…
GALERÍA GRÁFICA de MATITO |
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LAS OTRAS IMÁGENES |
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