«…Si el toreo no es bello no es arte. El toreo es en realidad un conjunto de aproximaciones a la estética y, sobre todo, al sentido de la belleza. Morante es el toreo. Sinfonía de detalles en unas formas adornadas con el brillo majestuoso de la cadencia…»
Manuel Viera.-
El toreo es algo tan sencillo, tan profundo, atávico e inexplicable que cuando llega produce tal sobresalto de ánimo en quien lo ve, y lo siente, que enloquece. Provoca tal ‘pellizco’ en los sentidos que trasciende el mero campo emotivo.
El toreo, arte puro y de ‘quejío’, se manifestó con toda suntuosidad una tarde de invierno, sin lluvia ni viento ni tiriteras, en el lujoso coso de Vistalagre en el Carabanchel castizo de Madrid. Allí, con la seguridad y grandeza de un genio, un sevillano de La Puebla mostró su arte con la frescura, el refinamiento, la gracia, la belleza y la elegancia de quién rezume torería y sabiduría con un capote y una muleta.
Si el toreo no es bello no es arte. No hay duda. El toreo es en realidad un conjunto de aproximaciones a la estética y, sobre todo, al sentido de la belleza. Morante es el toreo. Sinfonía de detalles en unas formas adornadas con el brillo majestuoso de la cadencia que revelaron las excelencias de una tauromaquia no afín a la tradicional. La suya es más preciosista, menos recia, más apasionada… Puede ser Morante verdaderamente profundo en ese saberse gustar, en ese pararse a calibrar los efectos de su propio toreo para avanzar en función de lo que él se plantea: hundirse en sus sentimientos artísticos dentro de una concepción estrictamente morantista, y que atiende a sus más que demostradas premoniciones románticas.
Morante volvió a mostrar en la tarde que cerraba la primera Feria de Invierno celebrada en Madrid un arte inspirado, personal, agotador -que no agotado- y siempre a la búsqueda de una intensa pureza, con el atractivo de alternar el valor y el estilo con la magia de un toreo emocionante, rebosante de encanto y lentitud caprichosa. Este mago del toreo consiguió desplegar su arte combinando la seducción y la estética con una admirable capacidad para hacerlo magistral y riguroso. La faena, de una especial sensibilidad, elegancia y torería, iluminó la penuria de una luz que quieren apagar de inmediato en la Cataluña abolicionista.
*Manuel Viera es redactor y responsable de las crónicas de Sevilla Taurina, así como miembro del equipo del programa ‘Toros y Punto’, de Punto Radio Sevilla. (manuelviera.com).