Los dos toreros del mano a mano del primer capítulo del ciclo de San Miguel en la Maestranza abandoban la plaza de toros sevillana con un profundo halo de amargura. Ni la oreja ‘baratita’ cortada por Castella al borde del final de la desastrosa corrida servía para alegrar la cara del joven torero francés. Morante valoraba claramente la corrida del ganadero Juan Pedro Domecq: «ha sido un petardo de corrida».
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Carlos Moya.- La corrida de esta tarde ha estado como el tiempo, mal, por no decir infame. Las caras tanto de Morante de la Puebla como de Sebastián Castella al salir del coso por el patio de cuadrillas en busca de sus respectivas furgonetas lo decían todo. Ni incluso el puro que un aficionado le regalaba al sevillano en la calle Iris, entre los vítores de la afición local, le levantaban a Morante la cabeza agachada y la mirada perdida, un tanto frustrada, con la que salió de la plaza. Morante, parco en palabras, sólo atinaba a una única reflexión. "Ha sido imposible. Imposible con la muleta y con el capote. Los toros se han parado y no se ha podido hacer nada. El esfuerzo que hemos hecho ha sido evidente, pero si los toros son un desastre… Medias arrancadas, todo muy suelto. Ha sido un petardo de corrida". Por su parte, y a pesar de la oreja cortada, Castella salía con cara de circunstancia. "Cuando no hay toro no se puede hacer nada, pero por lo menos he podido disfrutar en el último. A veces es el toro el que dispone, y hoy ha sido así. Una pena para la ilusión con la que la gente venía a la plaza". mOTRAS INFORMACIONES RELACIONADAS: aLA CRÓNICA.- Parladé: en crisis y para el matadero.
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