El presidente explica que los alguacilillos velaron por el cumplimiento de la normativa, que impide que nadie que no sea los toreros o personal autorizado (mulilleros, araeneros, monosabios) accedan al ruedo. No obstante, indica que existe suficiente flexibilidad para que, si Cortés hubiera pedido permiso para acceder al ruedo, se le permitiera sin problemas porque ha sido un gran torero sevillano. También aclara que Uceda Leal no tenía por qué pedir permiso para conceder la alternativa a Moral, «una anécdota de un toro brindado s veces».
Francisco Mateos.- La ceremonia de alternativa del sevillano Pepe Moral ayer en la Maestranza tuvo un pequeño incidente y una anécdota. El presidente Gabriel Fernández Rey, de forma indirecta, estaba en ambas, y como es habitual en él, atendió de forma ejemplar la correspondiente aclaración a la prensa. Cuando el padrino de la ceremonia, Uceda Leal, cogió la muleta para cedérsela al sevillano Pepe Moral, que se hacía matador, el madrileño previamente se dirigió hasta la presidencia y alzó su montera a presidente, en señal de brindis preceptivo en el primer toro o la tradicional petición de permiso. Chocaba que el padrino pidiera permiso para un toro que no iba a lidiar, y al que ya había lanceado Pepe Moral, porque era el toro de su alternativa. Tras ese 'brindis', cedió los trastos a Pepe Moral y éste se dirigió de nuevo hacia la presidencia a pedir permiso preceptivo para lidiar el toro que su alternativa. Gabriel Fernández Rey aclara el asunto: "Efectivamente, en una alternativa el padrino no tiene que pedir permiso porque sólo se pide permiso cuando se va a lidiar el toro, y Uceda Leal no iba a lidiar el primer toro, sino tan sólo realizar la ceremonia de cesión de trastos, porque el lidiador del toro era Pepe Moral. Pero bueno, es una anécdota de un toro brindado dos veces… Además, mejor pecar por exceso que no de defecto…". El otro asunto que rodeó el acto de la ceremonia de la alternativa no fue tan simpático. Tras la ceremonia de intercambio de trastos, Pepe Moral indicó a su apoderado, el sevillano Manolo Cortés, que saliera a la bocana del burladero, al ruedo, para brindarle el toro de su alternativa. Cortés, elegantemente vestido, con la clase que siempre atesoró como torero, pisó un par de metros -no más- el ruedo para recibir el brindis lleno de cariño y respeto de su torero. En ese momento, el alguacilillo, con expresivos y excesivos ademanes con los brazos, le instó repetidamente que abandonara el ruedo y se metiera de nuevo en el callejón. Chocaba que un torero que ha sido tan seguido por la afición sevillana no pudiera pisar dos metros de albero, pegadito a las tablas. Manolo Costés, con temple y tranquilidad, le hizo saber al alguacilillo que era torero y del ruedo no se iba. Y así se hizo el brindis, de torero a torero, en el albero. El presidente Gabriel Fernández Rey aclara el incidente: "Los alguacilillos deben velar por el cumplimiento de la normativa taurina, y en el ruedo sólo pueden estar los toreros o personal autorizado (areneros, mulilleros, monosabios,…). Pero eso no quita para que nosotros seamos flexibles. Manolo Cortés es un gran torero sevillano, que ha toreado muchas tardes en Sevilla y con faenas para el recuerdo. Nadie le iba a negar que accediera al ruedo porque se trata de un torero, aunque ahora vaya vestido de calle… Quizás sólo faltó que antes de acceder al ruedo hubiera tenido el detalle de pedir permiso para pasar al ruedo esos instantes. De todos modos ya digo que es algo flexible y comprensible, y no tiene mayor importancia".
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