Apoderados

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«…Se despeñó la suerte de El Cid por el abismo de una Feria infausta y, al otro lado de la barrera, tras echarle el cierre a una tarde para olvidar, su apoderado aguardaba delante de los micrófonos -y hablo en singular con conocimiento de causa-. No cruzó palabra con ninguno de los medios. Ni un saludo. Ni siquiera un gesto, de esos que no hace falta acompañar de palabras porque llevan el sentimiento cosido en los poros de la piel. Nada. Como si no nos conociera a ninguno. Como si se hubieran olvidado de que en el toreo somos siempre los mismos, para bien y para mal, cuatro gatos mal avenidos, pero cuatro al fin y al cabo…»


FOTO: Juan Pelegrín (las-ventas.com).

Noelia Jiménez.-

     Se despeñaba la tarde, plúmbea y gris, por entre los ladrillos del patio de caballos. A lo lejos, brillos ajados en trajes de luces que esperaban mayor gloria. Con todo, gesto sereno, mirada al frente y cabeza alta.

     El Cid atravesaba la arena venteña, de lado a lado, con sabor a hiel en los labios y poca templanza en el ánimo, consciente de que acababa de explotarle en las manos el último cartucho de un reencuentro con Madrid que, según iban cayendo las hojas del calendario, se convertía, sin solución de continuidad, en desencuentro abúlico, pleno de melancolía y ayuno de grandeza.

     El toreo es así. Todos, hasta los más grandes, han tenido tardes. Y rachas. Y temporadas enteras. De no encontrarse, de no sentirse. De no verlo claro. De no tener suerte. De no. Siempre de no.

     Y no ha pasado nada. Porque siempre se agazapa un sí al otro lado de los vuelos de la muleta. Y aquí paz y después gloria. Y orejas. Y puertas grandes. Y laureles. Y palmaditas en la espalda.

     Pero no. Esta temporada no fue así. Se despeñó la suerte de El Cid por el abismo de una Feria infausta y, al otro lado de la barrera, tras echarle el cierre a una tarde para olvidar, su apoderado aguardaba delante de los micrófonos -y hablo en singular con conocimiento de causa-. No cruzó palabra con ninguno de los medios. Ni un saludo. Ni siquiera un gesto, de esos que no hace falta acompañar de palabras porque llevan el sentimiento cosido en los poros de la piel. Nada. Como si no nos conociera a ninguno. Como si se hubieran olvidado de que en el toreo somos siempre los mismos, para bien y para mal, cuatro gatos mal avenidos, pero cuatro al fin y al cabo, condenados a entendernos porque nos tenemos que ver una tarde tras otra, aquí y allá, haga calor o frío. Y así una feria tras otra.

     Se le olvidó. Se le olvidó el señorío. Y, en lugar de pedirnos, mientras esperábamos todos al torero, que no hiciéramos preguntas, esperó a que le tuviéramos delante e hiciéramos el mismo gesto que, tarde tras tarde, hemos repetido con cada torero que abandona la plaza, para conocer su opinión sobre el festejo. Para darle la oportunidad de expresarse. O de no decir nada. Pero, sobre todo, para cumplir con nuestra obligación de informar. Esperó, decía, a que le tuviéramos delante, para levantar la mano, apartar el micrófono y sentenciar con un agrio "Dejadlo, por favor".

     ¿Saben? Una, por periodista que sea, también tiene su corazoncito. Y si alguien le pide que no haga preguntas a una persona que no encuentra fuerzas para responder, una no las hace. Es así de mala profesional. Mala profesional, pero buena gente. Creo. Y respetuosa.

     Pero, a partir de ahora, habrá que medir los respetos. No para con El Cid, desde luego, que me parece buen torero y mejor persona, sino para con un apoderado que, en lugar de hacer las cosas con el señorío sevillano que se le presume, se dejó llevar por la hiel de una feria echada a perder y perdió las formas con unos profesionales del periodismo que -ellos, nosotros, sí que no- no llevaban hiel en los micrófonos.

*Noelia Jiménez es periodista taurina de Tele-Madrid.

Comentarios disponibles:
Fecha: 2009-06-10 23:29:19 Autor: Un aficionado
Me impresiona el comportamiento del apoderado del CID, aunque son dos y uno de ellos muy señor,no quiero citar nombres,pero debe de tener mala racha, como el torero,no se pueden perder nunca las formas,al unico que perjudica es a Manuel Jesus,gran torero y gran persona,el mundo del toro entiende las horas bajas de un torero,pero no la mala educacion de un apoderado.ANIMO MANUEL JESUS !!!!!!!! y al apoderado que reflexione a ver que le esta pasando!!!!!!!!!

Fecha: 2009-06-05 09:56:25 Autor: er guillenero
Ya sabemos que hay buenos aficionados en la Algaba y que conocen bien los escondrijos. De todas formas el fotografo grueso de cierta edad, es un incordio para la profesion de fotografo. Es un señor jubilata que va regalando fotos a diestro y siniestro sin conocimientos siquiera de lo que tiene en las manos. Por otra parte el apoderado de el Cid pecó de grosero como ya es habitual en el.

Fecha: 2009-06-04 21:22:50 Autor: Er Algabeño
No recuerdo si fue el año pasado o el anterior que me dió una tarde por acercarme al patio de caballos de Sevilla para poder ver de cerca a los toreros y sacarme alguna foto con ellos, me pude colar desde los tendidos de sol por la puerta principal. Ya en el patio cuando llegaron los toreros, habia un hombre grueso de cierta edad con fotos del CId en la mano y las enseñaba con orgullo, alli estaba tambien el apoderado del CID y lo miraba a este hombre, cuando el torero salio de la capilla el hombre de las fotos se fue para enseñarle las fotos y el apoderado de un fuerte manotazo y con un vocinazo le apartó las fotos y le grito que que co… hacia que no le enseñara esa foto y cuando todo el mundo se quedó mirandolo quiso esplicarse diciendo que era una foto de una volterera y que eso no se le enseñaba a un torero antes de hacer el paseillo. Y pense yo no se lo podia haber avisao antes de que el torero saliera en lugar de humillarlo alli delante de todos Apoderaos

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