Uno de los toros de Juan Pedro Domecq lidiado por Nazaré. FOTO: Matito.
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Diego Martínez.-
¿La Maestranza ha tocado fondo? ¿O aún quedan más tardes como las de ayer martes? Es un clamor en los aficionados el rechazo de los productos de Juan Pedro. Un clamor en voz baja, en los corrillos y mirando de reojo para que nadie fuera de cacho escuche. Ayer sólo uno se atrevió en el tendido a decir lo que todos pensaban. Aquello era una novillada gorda y encima descastada, sin raza, sin fuerzas; vamos el 'antitoro' que tanto pregona Juan Pedro y le jalean los juntaletras en las presentaciones de sus libros.
Salían por chiqueros, se pegaban tres carreras que al menos permitían algunos lances, y tras el primer puyazo se evapora el gas y la alquimia que debe contener un toro bravo.
Responsables: primero el ganadero, después los empresarios y veedores, y para completar la 'faena' el presidente y su equipo de presuntos veterinarios aficionados, que no saben diferenciar toros con trapio, rematados y seriedad propia de plaza de primera con los novillotes que nos ofrecieron. Y eso que rechazaron cuatro, ¿cómo serían?
Antonio Nazaré se estrelló contra dos mulos imposibles y en el pecado lleva la penitencia. En la tarde más importante de su carrera, sus mentores le incluyen en un cartel de toros imposibles, ¿o no conocen la trayectoria y juego de estos bichos en temporadas anteriores? Una pena que tantas ilusiones se evaporen por tan malos consejos.
Con Ponce ocurre algo parecido, pero con la diferencia de que su carrera ya está concluida. Busca comodidad y si por un casual sale un tuerto bravo en el país de los ciegos mansos descastados, saca de la chistera esa técnica depurada de criadero y engatusa a esta presunta afición sevillana.
Morante de la Puebla… y del pueblo. El pueblo lo aclama y se rinde ante la entrega, regusto y parte del contrato que se cumple. La del toro no se cumple. Le arrancó al tercero de la tarde la faena. La construyó de principio a fín consiguiendo de manera alternativa derecha-izquierda una sinfonía de muletazos bellos, de los que ponen los vellos de punta. Algunos eran verdaderos monumentos al arte, al arte profundo, que ignoran por completo los progres asimilados al papel couché que anteponen apellidos a la realidad de la torería.
*Diego Martínez es el presidente de la Unión Taurina de Abonados y Aficionados de Sevilla.
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