Caras largas y de contrariedad entre los tres espadas anunciados en la corrida de esta tarde en la Real Maestranza. Los toros de El Torreón no dieron el juego necesario y ni tan siquiera el magisterio de Ponce, ni la fibra y estética plástica del toreo de Manzanares, ni el empuje juvenil del sevillano Daniel Luque lograron cambiar el signo plomizo y aburrido del festejo.
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