El novillero sevillano ha necesitado de una segunda intervención al descubrir los médicos del Hospital Puerta de Hierro de Madrid una nueva trayectoria que le ha perforado la pleura y la contundido el pulmón. Los médicos le han insertado un tubo de drenaje en el centro del pecho para limpiar la sangre acumulada del pulmón. El torero está estabilizado y sigue recuperándose a la espera de que le autoricen el traslado a un centro sanitario sevillano.
Francisco Mateos.- El novillero sevillano Manuel Fernández ha necesitado de una nueva intervención tras ser corneado el pasado sábado en la plaza de toros madrileña Moralzarzal. La situación del joven sevillano ha pasado a ser preocupante con el descubrimiento de una nueva trayectoria de la cornada que le ha perforado la pleura y le ha contundido el pulmón. El torero, tras ser operado en la enfermería de la plaza de "una cornada de 12 centímetros y trayectoria descendente en la axila izquierda que no afecta cavidad torácica ni vena axilar", fue trasladado hasta el hospital madrileño de Puerta de Hierro. En la misma noche del percance -según relata el propio Manuel Fernández a Sevilla Taurina– los médicos le descubrieron una segunda trayectoria bastante más importante, ya que le había producido una neumotorax al perforar la pleura y contundir el pulmón. La rápida actuación de los médicos han abortado males mayores. Se le realizó una incisión en el centro del pecho, debajo del corazón, para insertar un tubo de drenaje y poder limpiar toda la sangre que estaba acumulada en el pulmón. Según relata el propio torero, "la verdad es que nos asustamos mucho porque había bastante sangre acumulada, que estaba encharcando los pulmones y podría derivar a situaciones muy graves". El torero sigue ingresado en el Hospital Puerta de Hierro de Madrid a la espera de que los médicos le autoricen el traslado a Sevilla, "pero aún me quedan algunos días. Es una situación delicada, aunque en lo positivo está que no me ha dado más fiebre y las heridas cicatrizan a buen ritmo". Sobre el momento de la cornada, Manuel Fernández recuerda que "fue a portagayola. El novillero era astifino y salió a gran velocidad, al vaciarlo me enganchó, pero no por el brazo que tengo más levantado al darle la larga cambiada, sino por el que está más bajo. Me metió el pitón en la apertura de la chaquetilla que hay bajo el brazo, en la axila, entre la manga y el pecho, y me dió una certera cornada. Después, aunque me tuvo mucho rato a merced, no me hizo más daño salvo las lógicas contusiones".
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