Ricardo Díaz-Manresa.-
Con las recientes Ferias de Valencia y Castellón, la inauguración de la temporada en Madrid y la inminente de Sevilla, el día de Resurrección, habrán inundado las oficinas de prensa o las mesas de los empresarios, avalanchas de peticiones de lo que se llamaba antes 'pases de favor' o 'pases de prensa', y ahora se conoce con el brillante nombre de 'acreditaciones'.
A la aparición de más diarios tradicionales, la multiplicación de la radios, la enredadera de televisiones nacionales, autonómicas, provinciales, locales, públicas y privadas y a la explosión de Internet con diarios digitales, blogs, articulistas, webs y toda clase de escribidores, alcachoferos, palabreros y liantes, la mayoría de los cuales no son profesionales del periodismo, el problema se ha agravado para las empresas. Y se ponen a mirar con lupa, y algunas dan pases a personas que están en periódicos de provincias y soslayan a páginas digitales de diarios, por lo que la justicia no es lo que más brilla en estas acreditaciones. Las dan por tradición o por amistad, y no hay justicia equitativa ni distributiva. Allá su alma.
Los acreditados, muchos de ellos sin el menor prestigio ni poder, en cuanto trincan el pase, se sienten afortunados y no dicen una palabra contra la empresa no vaya a ser que ese mismo año o, a lo más tardar, el próximo, tomen represalias. Y así está esto: coba para todos. Ni saben los precios, ni se preocupan de las injusticias que se cometen en la adjudicación de abonos, ni se ocupan de la mafia de la reventa, ni quieren olfatear el amiguismo podrido que hay en todo eso. Ellos ya tienen su pase recientito en la cartera y piensan: 'ande yo caliente, ríase la gente'. Y las putadas y sinvergonzonadas que las arregle el maestro armero.
Si por lo que sea, se meten por medio personajes sórdidos, lozanos o canos, y pierden la tarjeta, ya no volverán jamás a los toros porque ni tienen afición, ni se han gastado un duro en esto ni piensan que asistir al espectáculo merezca la pela. Algunos son tan miserables que acusan a otros de pedir acreditaciones que, según ellos, no les corresponden. E incluso de escribir contra las empresas que no se los conceden. Unas víboras que merecerían moderse la lengua y tragarse todo el veneno que destilan.
Personalmente, tengo que decir que nunca solicité pases salvo para la empresa en la que trabajaba y en las que he colaborado, siempre dí mucho más de lo que me dieron y desde hace bastantes años –tráinganme otro caso que conozcan- pago tres abonos en Madrid y tengo alguno al alimón con familiares, para cuando voy a Sevilla. Y a las demás ferias, cuando me apetece, si no hago crónicas, pago y en paz. Sigo siendo aficionado, me da mucha pena que haya casi desaparecido el periodismo taurino y el otro, que haya tantos intrusos que copan mayoritariamente los puestos y que los profesionales brillen por su ausencia. Lo denuncio por haber vivido siempre de esto con el título académico correspondiente, me entristece pero no lo puedo arreglar.
Si no fuera políticamente incorrecto, escribiría que esto es una merienda de negros.
*Ricardo Díaz-Manresa es periodista taurino. / Publicado en Avance Taurino.
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