Made in Morante

Morante le ha cortado las dos orejas al sexto toro en la corrida goyesca. Ortega Cano ha paseado una oreja de su primer ejemplar, un animal muy noble y de calidad en sus embestidas, aunque impropio, por presentación y pitones, para una plaza que aunque catalogada de tercera categoría está a las puertas de Sevilla. La corrida de Albarreal, noble y de escasa casta, ha frenado las inmensas ganas de triunfo de los dos actuantes.

Manuel Viera.-

Bastó un sólo muletazo al sobrero de Albarreal corrido en sexto lugar, el más toro de la desigual corrida, para comprender las razones de sus diferentes formas. En su toreo hay delicadeza, exquisitez, reflexiva profundidad, belleza, precisión rítmica y, sobre todo, claridad de ideas. Con estos ingredientes los hilvanados pases diestros de Morante de la Puebla se convirtieron en camino hacia una faena plagada de detalles y rematada de una estocada de perfecta ejecución.

Así fue el epílogo de un descafeinado mano a mano en el que se sintió, por fin, a lo largo de la tarde la emoción de un toreo distinto y el placer desgarrado, sutil y peculiar de las formas de Morante de la Puebla. Un trasteo en la que la emotividad que provocó el trazo lento a derecha, con la tela conducida exquisitamente hasta detrás de la cadera, cargado de expresividad, de arte, de desgarro, tuvo la peculiar intensidad de esas joyas que son los detalles del diestro sevillano. Una obra

"Made in Morante". FOTO: Matito.

'made in Morante'.

Y lo de Ortega Cano es sencillamente increíble: la afición y entrega con la que salió en el primero nos remonta a la época de de sus grandes triunfos, cuando el torero encendía pasiones en los tendidos. José Ortega Cano hizo su toreo sin mayores altibajos al noble toro de Albarreal -lo de 'toro' es un decir; el ejemplar de Guillermo García Palacios, chico y con pitones para rejones, fue impresentable para una plaza, que aunque es de tercera categoría está a las puertas de Sevilla- labrándose, incluso, una faena con cierta credibilidad. En realidad, y para dejar claras las cosas, Ortega Cano improvisó dentro de un orden un toreo de detalles que le sirve para conservar su crédito, pero no para soñar con mayores empresas.

No hubo más en este mano a mano Ortega Cano-Morante de la Puebla con toros a modo, excesivamente 'a modo', en el que la falta de casta, la excesiva nobleza y las altas dosis de mansedumbre se cargaron

Sublime el natural del maestro Ortega Cano. FOTO: Matito.

una tarde hecha a medida para el disfrute.

No más de unos buenos lances de capa le pudo sacar el veterano diestro de Cartagena el rajado tercero. La mansedumbre adobada con la escasez de fuerza sólo le dejó dibujar a media altura, y aprovechando el viaje hacia las tablas, algún que otro muletazo con estilo. Tras dos pinchazos se echó el animal, que levantó después el puntillero, para finiquitar el maestro con un certero descabello. El quinto, después de unos esperanzadores doblones genuflexo, salió con un exagerado temblor en la cabeza propio de una lesión medular, por lo que José Ortega Cano desestimó realizar faena.

Tampoco Morante pudo hacer mucho con el segundo, sin fuerza y con la característica nobleza ya descrita. En su haber cuatro lances a compás y unas chicuelinas en el quite con peculiar estilo, sin olvidar un toreo de salón con la izquierda, lentísimo, de puro arte. Al cuarto, un manso que buscaba las tablas desesperadamente, todos sus esfuerzos resultaron vanos.

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