«…la plaza de la Real Maestranza va a dar un paso a la modernidad mediante la instalación de un servicio de megafonía interna que tiene de los nervios al personal. La integridad del joyero parece garantizada y los altavoces no perturbarán la estética del monumento. Ya estaba bien lo de la pizarra rotulada desmañadamente y, que con su morosidad, tanto reúma ha metido en la osamenta de los espectadores…»
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