Novillos sólo de exposición

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Novillos sólo de exposición

Real Maestranza – Novillada con picadores, Domingo 5 de Octubre de 2008

NOVILLOS: Se han lidiado novillos de Prieto de la Cal, muy bien presentados y de muy diversos pelajes, aunque mansos y descastados, y sin calidad en sus embestidas. Destacó el sexto.

NOVILLEROS:Alberto Gómez, de celeste y oro, silencio y silencio.
Miguel Ángel Sánchez, de crema y oro, saludos y vuelta al ruedo.
Juan Carlos Cabello, de verde y oro, vuelta al ruedo y vuelta al ruedo.

CUADRILLAS: Realizó una notable lidia al segundo Daniel Duarte, que se desmonteró tras banderillear al quinto.

INCIDENCIAS: Menos de un cuarto de plaza.

Los descastados novillos de Prieto de la Cal han marcado la tarde de la última novillada de la temporada en la Maestranza. Sólo Juan Carlos Cabello se mostró con oficio y seguro, mientras que los también debutantes Alberto Gómez y Miguel Ángel Sánchez, con escaso bagaje, se mostraron incapaces de resolver las dificultades de la lidia.


Relajado derechazo de Juan Carlos Cabello al tercero.
FOTO: Javier Martínez.

Manuel Viera.-

Se supone que los novillos-toros que cría Tomás Prieto de la Cal son para torearlos, pero lo que no suponía es que sólo sirvieran como muestra morfológica del puro encaste vazqueño. Eso sí, animales de exposición por sus bonitas hechuras y por su diversidad de pelajes. Sin embargo, no aptos para la lidia actual. Y es una pena que tan buen ganadero y mejor aficionado no encuentre la bravura que necesita el toro de hoy para el toreo de hoy. Así que fue imposible que tres debutantes de escaso bagaje y faltos de contratos alcanzaran el objetivo en tan importante plaza con tal altas dosis de dificultades.

Los utreros -más toros que novillos- mansos y descastados le complicaron la tarde a los tres actuantes. Sólo Juan Carlos Cabello se mostró firme en su quehacer, aunque se decidiera por sí solo a dar una vuelta al ruedo que nadie le pidió tras estoquear al tercero. De todas formas, se mostró firme y seguro con su primero en las dos series diestras que el novillo le aguantó. Le adelantó los engaños en los cites e incluso le dibujó el trazo limpio y claro en los templados muletazos a derecha. No hubo más, porque en los breves intentos con la zurda el


El sevillano Alberto Gómez, en un susto ante su primero.
FOTO: Javier Martínez.

novillo no quiso pasar. Una estocada desprendida bastó para terminar con el desrazado animal. El paseo por el ruedo, ya quedó dicho, fue regalo personal. Con el bronco y encastado sexto mantuvo iguales características. Muy asentado, le bajó la mano en el toreo al natural sin que los pases tuviesen continuidad. También resultaron buenos algunos muletazos diestros con la firma de los de pecho. Y para terminar, unas manoletinas ajustadas con buen gusto y no exentas de valor. El trasteo, cargado de intención, supuso lo mejor de un Juan Carlos Cabello insistente que al final quiso completar lo hecho con otro buen espadazo para ganarse, esta vez sí, una vuelta al ruedo con toda justicia.

Al sevillano le vino grande Sevilla. No está Alberto Gómez para tan importante compromiso. Además, su desconfianza le pudo y quedó manifiesta en la lidia. Sus ganas por sobreponerse a la responsabilidad de la plaza no fueron suficientes para solventar la tarde. Le masacraron en varas a sus dos novillos. Al primero, ya maltrecho por los tres topetazos que se pegó de salida contra las tablas de los burladeros, lo dejaron ko en el caballo. Ni un solo pase. Con un pinchazo se echó el moribundo animal. Al cuarto, todo un toro por cuajo y hechuras, más de


Demasiado poco toreo en su gran oportunidad en la Maestranza.
FOTO: Javier Martínez.

lo mismo. Tan flojo lo dejaron que se echó en los inicios de faena. Después fue un mulo en el ruedo e imposible hacerlo pasar por el engaño. A Alberto Gómez no se le vio.

Tampoco Miguel Ángel Sánchez demostró oficio seguro para acudir a tan importante cita. Animoso con las telas, no pasó de una buena intención. Al manso segundo le fue imposible darle un muletazo. Se defendía de los engaños al golpe de cabezazos, revolviéndose con aviesas intenciones. El morlaco necesitaba una muleta firme que le pudiese y le dominase en una lidia. Y no era la del gaditano de Ubrique. Con una estocada casi entera se lo quitó de encima. Al quinto, el de más transmisión de la tarde, no le supo aprovechar las buenas embestidas de inicio de faena. M. A. Sánchez quiso, pero no pudo. Ni siquiera en el intento a portagayola, donde se quitó para no ser arrollado soltando el capote. Después todo quedó en sueltos muletazos a derecha e izquierda, muy desajustados, inseguro y a la defensiva. Tras el pinchazo y la estocada también quiso pasearse por el ruedo. Nadie se lo prohibió.

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AL NATURAL

Testiculitis

Francisco Mateos.-

En estos casos no sé bien quién tiene más responsabilidad: si la empresa por no tener información fiable de cuál es la situación y argumentos de los novilleros para merecer un paseíllo en la Maestranza -los experimentos, con gaseosa, por favor-, o los propios novilleros por aceptar algo que bien saben que les viene grande; en la Maestranza no hay flautas, por aquella de a ver si suena por casualidad. Ni el sevillano Alberto Gómez ni el gaditano Miguel Ángel Sánchez han demostrado tener fondo -más allá de sus cualidades taurinas- para hacer el paseíllo en la plaza de Sevilla.

Se puede ser mejor torero o peor torero; tener más o menos calidad en los muletazos; estar dotado para el pellizco o ganarse los festejos a base de darlo todo cada tarde; pero una norma básica es el valor, la decisión y la firmeza. Esto del toreo es así de duro; no ha lugar para balsas de aceite. Muy brusco resulta sentarse esta tarde en la Maestranza, con la resaca de lo visto en Las Ventas protagonizado por un torerazo como Miguel Ángel Perera, y en cambio ver a dos chavales con la gran fortuna de hacer el paseíllo en la Maestranza no dejar las zapatillas quietas. No es cuestión de analizar si tienen o no personalidad, calidad o pellizco; ya es que se trata de saber si tienen o no valor. La forma de entrar a matar de ambos, Gómez y Sánchez, cuando se está empezando, sin el corazón necesario para aguantar los muslos rozando los pitones y 'descubrir' así el hoyo de las agujas, es toda una señal inequívoca de que al motor le falta gasolina.

Para ser torero se necesita, al menos, una dosis mínima de valor, de firmeza, de aguante, de despreciar incluso al riesgo: es lo que diferencia a los toreros de los demás. Si con estos novillos de Sevilla no se tiene ese mínimo de firmeza, como decía mi recordado Antonio Pazo, "cuando se vaya a Bilbao o Pamplona ¿qué se va a hacer?". Por ese simple razonamiento, el desaparecido restaurador sevillano dejó los trastos y se pueso detrás de una barra; "con los de aquí abajo andaba bien, pero yo sabía que con el de las barbas de allí arriba no podía…" Después de ver cómo Perera mataba tres toros -toros de los de Madrid- recién cosidos los 'huevos' al ser corneado en el segundo, y era capaz de cortar las orejas, e incluso de recibir un nuevo y más grave navajazo y, aún así, entrar a matar como lo hizo al quinto y de nuevo lograr otra oreja, dolía ver la forma de entrar a matar -o 'muletear'- de los dos primeros novilleros de esta tarde. La base primera del torero es el valor, la decisión, el coraje, el arrojo, el aplomo,… O, simplemente, llámenlo testiculitis; aunque sean recién cosidos.

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