Los «santacolomas» de Bucaré, bajo mínimos

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Los «santacolomas» de Bucaré, bajo mínimos

Real Maestranza – Novillada con picadores, Domingo 15 de Junio de 2008

NOVILLOS: Se han lidiado novillos de Bucaré, aceptables de presentación, nobles, descastados y parados; el mejor fue el tercero.

NOVILLEROS:Pérez Valcarce, que se presentaba en esta plaza, de grana y oro, ovación y silencio.
Mario Aguilar, de verde y oro, ovación y silencio.
Román Pérez, que se presentaba en esta plaza, de grana y oro, oreja y palmas.

INCIDENCIAS: Media plaza.

Román Pérez le ha cortado la oreja al tercer utrero de la tarde, el mejor de la mansa, descastada y sosa novillada de Bucaré. El debutante francés le ha realizado a su primer novillo un toreo de izquierda que ha sabido rubricar con una buena estocada. Pérez Valcarce, que también se presentaba en esta plaza, y Mario Aguilar se estrellaron con la flojedad y nulas embestidas de sus respectivos lotes.

Manuel Viera.-

Menos mal que en la pesada tarde no faltaron unos naturales, largos e hilvanados, trazados por Román Pérez a su primer novillo que aportaron unas gotitas de buen toreo a la petardada absoluta que dieron los utreros de Bucaré.

No está, ni mucho menos, en su mejor momento los 'santacolomas' de Buendía – ahora de Aragón Cancela- . Mucho tendrá que trabajar en lo sucesivo el nuevo propietario para devolverle la raza y bravura a una ganadería que la tuvo como santo y seña de sus encaste. De embestidas cansinas y agotadas, parados y con una empalagosa nobleza se comportaron los novillos de Bucaré. Y, claro, con esta total falta de acometividad se estrellaron quien con ilusión buscaban el triunfo a cara de perro.

Sólo Román Pérez pudo exprimir casi al máximo la noble y duradera embestida del tercero, el mejor de la tarde. La faena que el debutante francés le realizó a este su primer novillo tuvo un indudable interés. Desde los acompasados lances de recibo al toreo de izquierda interpretado con un buen estilo aunque de trazo para afuera, templado y ligado con notables pases de pecho. Es verdad que Román Pérez, con el oficio mejor aprendido que sus compañeros tras su buen bagaje de festejos toreados, trazó muletazos con una limpieza encomiable, incluso con armonía en algún momento del trasteo, pero a la faena le faltó ajuste, continuidad y también intensidad. No obstante, los detalles del ayudado y la trinchera con los que la finalizó su quehacer, muy toreros, y la estocada con la que finiquitó al buen utrero, motivaron al público a pedir la oreja sin venir a cuento, y al palco, demasiado benevolente, a concederla. Antes, con el sexto, de iguales características a los cuatro restantes, parado y de sosas embestidas, se esforzó en torear sin toro. Y lo hizo, aunque sin nada de emotividad.

Ya había llamado la atención el pasado domingo, y por eso repetía hoy. Mario Aguilar le puso ganas, coraje y mucho valor a la tarde, pero lo más que se llevó fue un par de revolcones sin consecuencia. El segundo casi no le pasaba por la muleta, y el quinto, manso además de parado, se le quedó quieto a las primeras de cambio. El joven mexicano optó por el arrimón, por un toreo encimista para asombrar con algo más que su ya demostrado encanto en su notables formas. Ni con uno ni con otro pudo hilvanar dos pases seguidos, y los que le trazó a su primero fueron al ritmo despacioso de los andares agotados del utrero.

No le quedó otra opción al palaciego, y también debutante, Pérez Valcarce que echarle buenas dosis de voluntad a la tarde. Con el primero, muy noble pero con desesperante sosería en sus embestidas, anduvo dibujando pases, y más pases, sin que el público se le manifestara para bien o para mal, aunque al final le aplaudieron su toreo de capa y la voluntad con la muleta. Y el manso y flojo cuarto no le pasó más de dos veces por las telas, ni cuando utilizó la derecha, ni en el breve intento con la izquierda. Necesitó de tres golpes de descabello tras la estocada y fue silenciado

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