Real Maestranza – Corrida del Corpus Christi, Jueves 22 de Mayo de 2008
El rejoneador sevillano Diego Ventura, que entró a última hora para dar mayor lujo a la alternativa de Oliva Soto, sumó un nuevo triunfo bajo la presencia del Rey de España. El nuevo matador sevillano demostró la calidad de su toreo pero volvió a fallar con el acero. Curro Díaz y Salvador Vega, irregulares. Los toros de Gerardo Ortega, noblotes pero descastados.
Francisco Mateos.- A estas alturas, con tantas figuras del toreo como parece haber, ahora resulta que el que llena las plazas se llama Juan Carlos y no se viste de luces. Bajo la anunciada asistencia del Rey de España la plaza se llenó. Bien es cierto que tanto la Maestranza como la empresa ayudaron a ese inusual aspecto de la plaza en la fecha del Corpus Crhristi, repartiendo invitaciones. Hicieron bien, era un buen momento para reivindicar la vigencia de la Fiesta (odio eso que suena tan rancio como lo de 'nacional'), con la presencia de Su Majestad en el Palco de de la Puerta del Príncipe, que no real. Más entrañable si cabe fue la presencia de su hija mayor, la Infanta Elena, porque asistió por pura convicción personal, para manifestar una vez más su sevillanía en la ciudad que la vio casar. La corrida no ayudó a redondear un día tan luminoso y brillante en todos los sentidos. Los toros de Gerardo Ortega, noblotes y manejables, aunque faltos de casta y transmisión, no fueron el material más adecuado. El Rey de España pudo ver a otro rey, el rey del rejoneo actual, el sevillano Diego Ventura. Fue el gran triunfador de la corrida. El manejable astado de Bohórquez -aunque había que llegarle mucho-, permitió al jinete de La Puebla lucirse con 'Manzanares' en banderillas. Lo mejor llegaría montando a 'Distinto', con el que dibujó dos quiebros perfectos en los medios citando al toro muy en corto. Para la rueda de cortas finales sacó a 'Morante', que volvió a dar auténticos bocados a las orejas de toro. El rejonazo, aunque caído, fue muy efectivo. Dos orejas fue su premio, un nuevo triunfo en una temporada que va a terminar encumbrándolo. Sevilla tiene un nuevo matador. Se llama Alfonso Oliva Soto y es de Camas. También tiene ese aire pinturero y garboso, como aquel otro camero que hoy le veía hacerse matador desde el tendido. A ése, a Curro, le lanzaban romero en sus triunfos, en recuerdo a su apellido; a Oliva Soto le lanzan ramitas de olivo, también en concordancia con su apellido. Bonito gesto. No demostró nada nuevo el joven torero de Camas. La calidad de su toreo gana reposo, eso sí; pero la espada es su asignatura pendiente. Se le seguirán escapando muchos triunfos si no mejora con los aceros. Al de la alternativa –'Jerezanito', negro, número 3 de 502 kilos- lo lanceó de capote con soltura. Tras el brindis al cielo en memoria de su tío, el banderillero Ramón Soto Vargas, herido mortalmente en este ruedo en 1992, y también al Rey, se destapó con buenas tandas de naturales. El astado de Gerardo Ortega fue aprendiendo y llegaron algunos enganchones. Hubo pellizco en la pinturería y la gracia de los remates por bajo. Con la espada no acertó. En el que cerró festejo hizo un esfuerzo, muy dispuesto. Las primeras tandas tuvieron transmisión y gusto aprovechando la boyantía del animal, pero le duró poco el 'gas' al toro y se fue apagando, con algunos parones que el sevillano aguantó sin moverse. La faena no terminó de coger vuelo con el toro ya muy aplomado. Hizo un último esfuerzo Alfonso para enterrar el estoque, lográndolo aunque atravesado, y siendo prendido de fea forma por la zona abdominal. Afortundamente quedó en el susto y la gran paliza. No acertó después con el descabello. Curro Díaz nos dejó contrariados. Es verdad que se llevó el peor lote, pero anduvo mucho más espeso de ideas que en otras ocasiones y ciertamente apático. Su primero, sosote, sin fuerzas y descastado, no era buen material, pero también él se dejó contagiar por esa desgana. De similar característica fue el quinto, pero tampoco en éste Díaz logró entrar en la corrida. En este toro aguantó algunos parones con valor seco. Lo mejor de su actuación, din duda, la dos estocadas. Salvador Vega, que se quedó sin torear en la Feria de Abril por los días de lluvia, tenía una buena oportunidad para remontar su decaída carrera. Tampoco el malagueño terminó de apostar por el triunfo, de una u otra forma. Su primero era manejable, aunque le faltaba transmisión. Vega estuvo sosegado, pausado, maduro, pero sus muletazos hubieran ganado en profundidad y estética si no abusa de torear despegado. Los mejores fueron los de pecho. Tras brindar su segundo toro al público y dejar la montera en el albero, Vega se descalzó. Lo mismo hizo en el primero. No sé qué pinta un torero toreando descalzo en la Maestranza, como no sea obligado por el resbaladizo terreno tras un día de agua. En este toro no se podía hacer nada: era un auténtico mulo, sin clase, parándose. NOTICIAS RELACIONADAS:
|
|||