Llueve sobre mojado: Sevilla se queda por cuarta vez sin toros
Real Maestranza – Novillada con picadores de abono, Domingo 20 de Abril de 2008
El presidente Juan Murillo decide suspender el festejo por el peligroso estado del ruedo y ante la improbable mejoría del tiempo. La empresa y los novilleros Pepe Moral, Salvador Barberán y Miguel Ángel Delgado, en desacuerdo con la decisión. Poco después de las ocho de la tarde volvía a diluviar en Sevilla, reforzando así la decisión del presidente.
Francisco Mateos.- Por cuarta vez en lo que va de mes de abril, Sevilla se queda sin toros. Sevilla llevaba padeciendo tres días de importantes lluvias. La pasada madrugada fue el peor momento de los últimos días, con un auténtico diluvio sobre la capital. A las diez de la mañana llegaba el presidente a la plaza para inspeccionar el ruedo. Determinó que, a esa hora, cuando no llovía desde las seis y media de la madrugada, no se podía tomar una decisión sobre suspensión. Se sorteó y ya sólo quedaba esperar hasta la hora de comienzo del festejo, que estaba incluido en el abono. Desde la doce de la mañana y hasta las seis y media -tal y como habían adelantado las predicciones meteorológicas- Sevilla sufrió de nuevo varias tormentas con fuertes aguaceros. El más importante a las cinco y media de la tarde. Una vez que llegaron los tres novilleros a la plaza, el presidente Juan Murillo mantuvo una amplia reunión con ellos y los dos empresarios de la plaza, Eduardo Canorea y Ramón Valencia. Las cuadrillas permanecían en el patio de caballos ajenas a todo. Ningún torero se había asomado el ruedo. A las seis y cuarto, el presidente Murillo, acompañado de los apoderados y representantes de los toreros, accedieron al callejón de la plaza; los toreros se mantuvieron en el interior de la capilla. Durante unos minutos dialogaron Juan Murillo, Tomás Campuzano -director artístico de Miguel Ángel Delgado- y José Luis Galloso -apoderado de Salvador Barberán-, mientras algunos operarios de la plaza se afanaban en cubrir algunas zonas de la plaza con carretillas de albero seco. Todas las partes regresaron a la capilla para dialogar con los toreros. No había consenso. Los empresarios querían que se ofreciera la novillada, que era de abono y ya estaba cobrada. Los novilleros, aun sin ver el ruedo, querían torear. Juan Murillo, a la vista del estado del ruedo 'in situ', haciendo uso de la potesad que le confiere el Artículo 63.2, decide suspender la novillada ante la peligrosidad del estado del ruedo, por la inestabilidad del tiempo que no presagiaba que desapareciera el riesgo de nuevas lluvias durante la novillada y para preservar el derecho de los aficionados a recibir un espectáculo íntegro en todos sus conceptos. Cinco minutos después de las seis y media se pasaba la famosa 'tablilla' del siglo pasado con el mensaje a tiza: "La novillada queda suspendida". Minutos más tarde caían unas tímidas gotas de lluvia, y pasadas las ocho de la tarde volvía a caer sobre Sevilla un auténtico diluvio, que habría cogido de lleno a todos los espectadores antes de la conclusión del festejo, reforzando así el agumento de Murillo para la suspensión. El presidente, para evitar una situación similar a la que ocurrió durante la Feria de Abril con el cesado compañero Antonio Pulido, ordenó al personal del patio de caballos que evitara que ningún profesional accediera al ruedo. Los toreros subían a los despachos de la plaza con acusado semblante de decepción y frustración. En el acta que firmaron el presidente y los tres novilleros, éstos exigieron que se reflejara su desacuerdo con la decisión y que su voluntad era la de torear. Así se hizo y así se firmó. NOTICIAS RELACIONADAS:
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VER GALERIA COMPLETA | VOLVER A TEMPORADA La herida abierta Francisco Mateos.- &nb p; Cuatro festejos menos –de momento- en la temporada taurina. La relación entre la empresa Pagés y los presidentes de la Maestranza se tensa por días. La plaza de Sevilla se ha convertido en un polvorín a punto de estallar. Mientras empresarios y presidentes están inmersos en una lucha kafkiana, los maestrantes –dueños y responsables últimos de la imagen del coso del Baratillo- y el delegado del Gobierno de la Junta en Sevilla, Demetrio Pérez, permanecen atrincherados y sin hablar en sus respectivos y lujosos cuarteles del Paseo de Colón, aunque ambos en polos simétricamente opuestos. A lo más que llega, en todo caso, es a 'cortarle' la cabeza a Pulido el delegado de la Junta, y de paso intentar salvar la suya, aunque fuera él quien lo renovó en su puesto. Dos presidentes cesados y un asesor taurino dimitido tras ser 'forzado' por comentarios del propio Demetrio Pérez, es, de momento, su balance en los últimos años. Demetrio 'el ejecutor'. Decían que el fulminante cese venía motivado, entre otras cosas, por la clave política, ya que el eterno Manuel Chaves estaba seleccionando a los futuros consejeros. La polémica de la tercera suspensión ferial, multiplicada su repercusión por la televisión digital en directo y los periódicos al día siguiente en sus primeras páginas, ponían en entredicho la gestión de la 'crisis maestrante' por parte de 'Demetrio el ejecutor'. Prefirió cortar cuanto antes y sacrificar a uno de los 'suyos' y no llegar al fondo de la cuestión, a los intereses económicos que se ocultaban detrás de la polémica. Pulido, precisamente, era el único sin interés profesional o económico alguno en que se diera o no la corrida. Al final, Chaves no le ha elegido para consejero de su Gobierno. De momento está como delegado en funciones. Y sigue en su 'búnker' del Pabellón de Cuba, con la boca sellada, sin querer opinar ni hablar de todo cuanto ha sucedido –que es mucho- durante la Feria desde el punto de vista administrativo: suspensiones, vueltas al ruedo a toros que finalmente no han sido premiados, negaciones de segundas orejas ante peticiones unánimes, presentaciones de toros,… Ahora ha sido Juan Murillo quien ha 'molestado' a sus amigos empresarios de la empresa Pagés con la suspensión de una novillada (de abono). ¿Le cortará también la cabeza? |
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