«…en este caso hay que decir aquello de que el hábito no hace el monje y no porque Morante se disfrace de Camborio va a estar en gitano, ni porque se ponga pajarita y sombrero de principios de siglo va a ser Joselito y va a torear sólo en las ciudades que tengan tranvía. Sea como sea, ya nadie se sorprende si un día se encuentra a Morante vestido de «chungito», o de patriarca, o de Buster Keaton. Lo que sí sería interesante descubrir es qué es lo que busca Morante en esos estilos..»
Lázaro Echegaray.- Llegaron El Pana y Morante al coso de Insurgentes equipándose a la antigua usanza, utilizando calesas y coches de época o de épocas pasadas. En medio de la expectación se abrían paso los toreros para entrar en la plaza. El coche que eligió Morante para desplazarse a su trabajo va a juego con uno de esos trajes de pajarita que en ocasiones le vemos lucir en algún tendido. El del Pana, calesa con caballos, era más antiguo, o al menos más rudimentario que el que lucía el de La Puebla. Uno, que no tuvo la suerte de estar allí, se imagina la llegada como si de una competición de originalidad se tratara. Eso sí, siempre esa originalidad basada en tiempos que ya no son porque ya no existen. Vista cada cual de la manera en que mejor se vea representado y desplácese como mejor le venga, que en eso no voy a entrar. Sí he de decir que desde la última reaparición de Morante me ha llamado mucho la atención la forma de ataviarse el diestro cuando viste de paisano; no así cuando lo hace de torero pues en esos casos su atuendo coincide con el tipo de toreo que el diestro quiere interpretar. Con los trajes y combinaciones que usa Morante en la calle le da a uno por pensar que el diestro busca algo que todavía no ha encontrado, incluso que ese diestro todavía se busca a sí mismo e intenta diferenciarse en el atuendo. No es mala la diferenciación en los tiempos que corren, en las arenas llenas de toreros adocenados, de toreros comodones, de toreros trincones del 'llévatelo calentito'. Más de una y de mil veces hemos comentado que hacen falta toreros diferentes, toreros que llenen al espectador, que nos hagan salir de la monotonía. Pero en este caso hay que decir aquello de que el hábito no hace el monje y no porque Morante se disfrace de Camborio va a estar en gitano, ni porque se ponga pajarita y sombrero de principios de siglo va a ser Joselito y va a torear sólo en las ciudades que tengan tranvía. Sea como sea, ya nadie se sorprende si un día se encuentra a Morante vestido de 'chungito', o de patriarca, o de Buster Keaton. Lo que sí sería interesante descubrir es qué es lo que busca Morante en esos estilos. Como he sido, y seguramente seguiré siéndolo, seguidor de Morante, he pensado un poco sobre ese tema e incluso he hecho oídos sordos cuando alguien lo ha alabado o criticado. Prefiero tener mi punto de vista que dejarme llevar por simpatías de disfraz. Mis amigos los flamencos, seguidores de Morante como yo, me han dicho muchas veces con orgullo: "¿Has visto qué gitano se viste Morante?" Otros amigos, los de la crítica dura, me han comentado en otros casos: "¿Te has dado cuenta la pinta gilipollas que se pone ahora el Morante?". Y es que ya saben que en esto del toreo a uno se le mira hasta la manera en que se ata los cordones (antes incluso que su arte). Yo me planteo: ¿Qué le pasa a este torero, qué está buscando, qué quiere demostrar con esto? Llego a la conclusión de que Morante busca la pureza y debe creer que ésta pertenece al pasado. Desde ese punto de vista, la pureza para Morante es algo de antes, algo de esos otros tiempos a los que emula. Si los tiros van por ahí Morante no se da cuenta de que la pureza es atemporal, y empieza en la propia persona y no en la indumentaria. Morante debe pensar que todo tiempo pasado fue mejor y en consecuencia quiere estar en pretérito. Siempre se ha dicho que antes se toreaba mejor, que antes había mejores toreros, que antes la Fiesta era más honesta… Parece que al abrir el baúl de los recuerdos encontramos una panacea taurina que prometía lo que pudo haber sido y no fue. La verdad es que viendo cómo está el toreo hoy en día, es difícil no hacer comparaciones. Quizás la Fiesta de antes era más honesta y más pura, pero simplemente porque los tiempos también lo eran. Antes no imperaban las estrategias de mercado que imperan hoy en día y por eso la gente no era ni tan egoísta ni tan 'hijoputa' como lo somos hoy. La Fiesta está corrupta, igual que el mercado, igual que la política, igual que la sociedad… Lo que no sé es si conseguiremos ser mejores personas por vestirnos de antiguos. Al final, mal que nos pese, el diestro sale a la plaza y sigue encontrando el toro de hoy, que sufre las tropelías de hoy (y seguramente de ayer, aunque con mucho descaro) y da un espectáculo para un público de hoy. Si con algo yo relaciono los tiempos pasados, según me han contado, es con el respeto que se tenía por las tradiciones y hacia los demás. A mí, personalmente, no me parece nada respetuoso hacer el paseíllo fumando puros. Por mucho que mis compañeros de terna me los ofrezcan. Lo mismo que no me parecería respetuoso presentarme ante el usía con un ¡Aupa tú! o un ¿¡Qué pasa colega!? Simplemente, son formas y a mi modo de ver, formas no correctas. Los puros los fuma, mientras le dejen, el respetable, que no está trabajando sino disfrutando. Quizás yo no me haya enterado y esa fuera una tradición en el pasado. OTROS ARTÍCULOS DE OPINIÓN:
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