OPINIÓN: Curro Romero, recuerdos de un torero

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«…el concepto de la lidia que tenía Romero es uno de los más diferenciados que se hayan visto en los últimos tiempos. Toreo de suavidad, de armonioso ritmo. Cuando Curro cuajaba un toro no parecía que esa lucha se hiciera en la arena de una plaza sino en sedosa arena de playa, o en hierba mullida de prado; tal era la suavidad. Ese toreo, al tacto, parecía de felpa o de algodón, como el Platero de Juan Ramón. Tampoco le faltaba dominio, ni resolución…»


Curro Romero, durante la inauguración de la exposición sobre su vida.
FOTO: Matito.

Lázaro Echegaray.-

     'Curro Romero, cincuenta años de toreo'. Así se llama la exposición organizada por el Ayuntamiento de Sevilla para rendir honores al Faraón de Camas. En ella se expone material de archivo cedido por el propio Curro, que según dicen, se sentía reticente ante el evento. Todos sabemos que Curro no es hombre de 'saraos'. Pero es que en éste le pedían que mostrara todos esos recuerdos que suele guardar un diestro en su casa. Ahora, Curro dice que está contento y que se alegra de haber accedido. Las vitrinas de la exposición guardan la vida del torero en recuerdos: vestidos de torear, artículos de prensa, fotografías, los primeros dineros que ganó… En fin, todas esas cosas que  quedan en la intimidad del hogar de cada cual y que suelen ver la luz cuando la de su dueño se acaba. En el caso de Curro las cosas han sido de otra manera. Quizá esa haya sido la constante de la vida de este torero, que sus cosas siempre han ido de otra manera. Y en realidad no sabemos si es el Ayuntamiento de Sevilla quien rinde honores a la figura de Curro Romero o si es Curro quien homenajea con su gesto al Ayuntamiento y a la Feria Mundial del Toro, que es donde se ha celebrado la exposición.

     Aunque el maestro de Camas –sé que en Camas ha habido otros maestros de gran altura, pero para mí ese título siempre pertenecerá a Curro- se retirara de los ruedos ya hace tiempo, su figura sigue estando en la mente de todos los aficionados. Todavía en la calle se mantiene esa postura sobre el currismo y anticurrismo. El currismo, ya lo dijo un juez en una sentencia, es algo más que una veneración; el currismo es una forma de vida. Y lo es tanto para los que van con Curro como para aquellos que lo detestan y que en consecuencia pasan todo el día hablando


FOTO: David Cordero.

de él. Esos que dicen que Curro nunca ha sido nada, que todo el revuelo empezó siendo él mayor, en los últimos Domingos de Resurrección de Sevilla. Que en su mocedad era un torero del montón, poco regular, con mucho miedo y con un mediocre sentido de la lidia. No hay que cavilar mucho para llegar a esas conclusiones. Aunque lo de la lidia mediocre pasa, directamente, a ser mentira.

     Mentira porque el concepto de la lidia que tenía Romero es uno de los más diferenciados que se hayan visto en los últimos tiempos. Toreo de suavidad, de armonioso ritmo. Cuando Curro cuajaba un toro no parecía que esa lucha se hiciera en la arena de una plaza sino en sedosa arena de playa, o en hierba mullida de prado; tal era la suavidad. Ese toreo, al tacto, parecía de felpa o de algodón, como el Platero de Juan Ramón. Tampoco le faltaba dominio, ni resolución. Pero como decíamos, sí es verdad que no fue un torero regular: la genialidad no suele serlo. Justo por eso tampoco fue del montón. Que tuvo miedo… pues sí, estamos ante un oficio que produce eso, miedo. Y es ese miedo el que crea la genialidad, y la emoción, y la abstracción. Algo debía apuntar Curro desde joven cuando montones de aficionados le seguían por todas las plazas, cuando todo el flamenco en pleno, inspiración y sentimiento, se declaraba incondicional. Y eso no siendo él gitanito.

     Hoy, con el tiempo encima y el 'pescao vendido', creo que Curro tuvo la suerte de poder, y el arte de saber, decir el toreo que llevaba dentro. De desvelar a los tendidos su misterio. Y el toreo de Curro era como él. Tranquilo, discreto, silencioso, humilde. Pero lleno de grandeza, de ritmo y armonía (no me cansaré de decirlo). Cadencioso, constante, mudo, un toreo a vela que nada tiene que ver con todos esos toreos a vapor que vemos hoy en día. Y eso merece un recuerdo. En la plazuela que hay junto a la Maestranza, en la Feria Mundial del Toro, en la Peña Curro Romero de Camas o en los miles de clavos que en el mundo sujetan una foto de Curro Romero, torero y artista.

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