REAL MAESTRANZA - 11ª Feria de Abril

Roca Rey, más allá del valor

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El valor de Roca Rey en la Maestranza.

Dos orejas ha cortado Roca Rey en el tercero de la tarde y una Morante de la Puebla en su primero. Corrida de toros nobles y flojos del hierro de Núñez del Cuvillo. El sevillano Juan Ortega fue silenciado en el conjunto de la tarde. La plaza de toros se llenó al completo en el viernes de farolillos.


 SEVILLA / Corrida de toros 

TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de Núñez del Cuvillo; el segundo, lidiado como sobrero. Bien de presentados, nobles y justos de fuerza. Noble y sin motor el primero; sin fondo el segundo; bravo el tercero; noble y rajado el cuarto; muy flojo el quinto; manso y parado el sexto.
ESPADAS: –Morante de la Puebla (de lila y oro), silencio tras aviso y oreja.
Juan Ortega (de verde y plata), silencio y silencio.
Roca Rey (de azul y oro), dos orejas y dos vueltas al ruedo tras gran petición con fuerte bronca al presidente.
CUADRILLAS: Destacaron en banderillas Abraham Neiro y Antonio Chacón y en la suerte de picar José Palomares.
INCIDENCIAS: Lleno de ‘No hay billetes’.


Manuel Viera.-

     Dentro de una concepción no habitual, espléndido el inicio de faena, se limitó a decir el toreo con talento y delectación. Lo que hace casi un siglo era moneda corriente, hoy lo ha convertido en excepcional. Un toreo aderezado de detalles sublimes que cubren un clamoroso hueco en la tauromaquia actual. Un toreo que invitó a redundar en la belleza de lo efímero y en el que aleteó la sensación que condicionó el comportamiento emocional de quien lo vio y lo sintió.

     Y es que Morante volvió a mostrar su portentoso talento con el cuarto de Núñez del Cuvillo, un toro de noble embestida que se afligió a mitad de faena y huyó en busca de las tablas de chiqueros. Todo empezó con un ramillete de verónicas que se movieron al compás del sentimiento. Sensaciones únicas. Latidos, suspiros, ecos de un arte que eleva lo efímero a la emoción de lo sublime.

     Después, expresó su tauromaquia libre, generosa, sentida, bella y emotiva con la que se perdió con morosidad en los meandros del tiempo deteniéndolo. Y como todo en él es natural, elegante, tan carente de excesos como de inhibición, todo lo que hizo lo revistió de suprema grandeza. Increíble esa mano izquierda del torero cigarrero que ralentizó la embestida y engarzó naturales de auténtica excelencia. Esa mano que impresiona por ese lento recorrido del trazo. O esa naturalidad que se trasformó en impecable torería. Todo hecho a mayor gloria de una brillante lidia con la que dejó constancia de la sensibilidad de su toreo.

     Sorprendente el prólogo del trasteo al más puro estilo pepeluisista, citando con la muleta plegada en la izquierda y la montera en la punta de los pies. Con el natural puso de relieve su sentido del temple, la pureza del trazo, la inspirada ligazón. Mostrando bien a las claras el creciente influjo del toreo del más puro estilo sevillano. Morante representó ese arte abierto, lleno de fragmentos gallistas, belmontistas y del ya citado Pepe Luis, para alcanzar la ansiada perfección. Esa forma de torear alcanzó resultados superlativos, generando una satisfacción que, unida a la belleza perfecta, ocasionó en la gente una emoción adictiva que se incrementó a la hora de finiquitar. Con un valor natural, dándole todas las ventajas al toro en su querencia, hundió todo el acero para subrayar el clímax de la emoción.

     Con el primero, un toro noble con las fuerzas justas hasta que se paró, sólo pudo mostrar detalles de su diferencial toreo en los inicios de la lidia. Mató mal.

     Se le reconoce por su quietud. Por su tauromaquia generada en el valor. Por su complicidad con el público y su manifiesta forma de hacer y decir el toreo. Lo fundamental quedó en una lidia de pasajes emotivos al mejor toro de la tarde, el tercero.  Notable grandeza en los ajustadísimos cambios de manos. En el natural equiparable a los fenomenales y lentísimos pases de pecho. A los sentidos y embraguetados muletazos diestros que caracterizaron una forma de torear, donde el valor juega el papel más determinante. El toreo de Roca Rey escondió una profundidad poco vista en anteriores ocasiones. Fueron muletazos de una templanza y suavidad, desconocida antes, en el toreo del diestro peruano.  Y unas bernardinas que provocaron la locura. Media estocada fue suficiente para acabar la lidia. Los pañuelos tiñeron la plaza de blanco. El presidente no aguantó la presión y por dos veces asomó al balcón su pañuelo. Craso error.

     Error que supo subsanar tras la lidia del sexto, un manso parado, con el que Roca Rey se la jugó con ambición y sin posibilidades de hacer faena. Faena que nunca existió, y sí grandes muestras de valor. Tras la estocada le pidieron la oreja; Fernando Fernández Figueroa, con buen criterio, no se la concedió.

     Si hay alguien capaz de echarle un pulso a Morante, y aguantar la elevada emoción que desprende el toreo a la verónica, es Juan Ortega, que también con la cadencia de su capote ha sabido encontrar el soporte idóneo para transformar el bello lance en emotividad y escenificarlo con una lentitud pasmosa. Lo hizo con el quinto. Y fue lo único, porque al concepto del diestro sevillano no le valen toros noblones, parados y mansos. Todo lo que le hizo, con derecha e izquierda, fue un ballet de pases con su características naturalidad y despaciosidad, pero sin una pizca de emoción. Tampoco tuvo lucimiento con el segundo, un toro bravo en el caballo que se quedó sin fondo en los primeros compases de la faena. Unas chicuelinas ajustadas de bello trazo fue lo más destacable de una lidia que quedó en nada. A ambos toros los mandó al desolladero de estocada.


 AL NATURAL 

Figueroa, autopropuesto para sanción

Francisco Mateos.-

     Sea valiente. Demuestre definitivamente que no fue un capricho lo del sexto. El resultado fue adecuado; los medio ilícitos. Es más: fue prevaricación. No es la primera vez, presidente Figueroa, que se pone usted el mundo por montera, acaudillado en el palco y respaldado por esos dos ‘hombres felices’ del PP, Ricardo Sánchez y Miguel Briones, entregados a las fotos con taurinos en vez de ponerse a trabajar para mejorar la calidad de la Fiesta. Ya demostró que el Reglamento lo usa a su antojo. Cuando quiere lo cumple, y cuando le viene en gana lo incumple. El presidente del ‘caso novillo’ (VER) con actas falsas, el presidente de hace una semana incumpliendo el Artículo 35 del Reglamento Taurino de Andalucía al incumplir las mínimas 24 horas de antelación para realizar el reconocimiento, sin justificación razonada (VER). Figueroa, el presidente de los escándalos.

     Se ha equivocado no una, sino dos veces en esta corrida. Una primera, en el tercer toro, al conceder una oreja porque, a su criterio, la faena de Roca Rey la merecía. El Artículo 59.2 c) le faculta: «La segunda oreja quedará al criterio del presidente». Usted consideró que esa primera faena de Roca Rey era merecedora de dos orejas. Esa segunda era su criterio, su listón artístico; y la concedió. En ese momento está mostrando sus referencias de premios a todo el público. No era de dos orejas. Si quiere levantar la categoría de la plaza, si le han llamado la atención por la generosidad extrema de concesiones de trofeos en esta Feria, era el momento de conceder una oreja con fuerza y aguantar sin conceder el segundo trofeo. Hubiera puesto una referencia completamente diferente. Ese fue su primer error, seguir esa línea de máxima generosidad.

     El segundo error, y éste con prevaricación (figura que usted conoce como funcionario), fue negarse a conceder la oreja a Roca Rey en el sexto. Con las dos orejas generosas que concedió en el tercero, sabiendo cómo es el toreo y personalidad de Roca Rey, ¿alguien dudaba que se iba a dejar matar si fuera necesario para amarrar una oreja más en el sexto y salir por la Puerta del Príncipe? Y así fue. Con el criterio de las dos orejas que concedió en el tercero, din duda bajo ese listón, la faena del sexto era de oreja. Y el público así lo entendió de forma aplastante. La Maestranza poblada de pañuelos blancos y sonora petición; muy fuerte. No había duda sobre lo que procedía. El Reglamento que usted está obligado a cumplir lo dice claro: Artículo 59.2 b): «La primera oreja se concederá por la presidencia a petición mayoritaria dle público». ¿Qué parte del Artículo no ha entendido usted, señor Figueroa? O es que se dio cuenta de que había sido generoso en el tercer toro concediendo las dos orejas, y ahora quiso compensarlo ‘robándole’ la oreja, esa oreja que no consiguió en la Maestranza cuando usted fue novillero.

     Se equivocó dos veces: con la segunda oreja generosa en el tercero, y con la decisión prevaricadora y antirreglamentaria de negar la oreja a petición mayoritaria del público en el sexto. Por cierto, le recuerdo: «Prevaricar: Faltar conscientemente (un funcionario) a los deberes de su cargo al tomar una decisión o dictar una resolución injusta, con plena conciencia de su injusticia». Más claro, agua.

     Y dicho esto: supongo que después de las propuesta de sanciones que ustedes, los presidente, imponen a banderilleros, picadores, toreros… y parece que hasta a Joaquín el bético, por incumplimientos del Reglamento, me pregunto si en el Acta de la corrida de ayer, en el apartado de propuestas de sanción, ha escrito lo siguiente: «El presidente Figueroa propone para sanción al presidente Figueroa por incumplir conscientemente el Artículo 59.2 c), negando a conceder la oreja potestativa del público que la pidió visiblemente de forma muy mayoritaria». Si hace eso, sería una salida digna antes de su obligada dimisión. Si no lo hace, no tiene argumento para proponer a sanción a nadie. Las almohadillas que inundaron el ruedo de la Maestranza al final de la corrida eran, figuradamente, para su ‘espectáculo’. Ese fue su balance en la Maestranza ayer; esta vez desde el palco, en vez del ruedo. Autopropóngase para sanción antes de dimitir. Sería una salida medio digna.


 LA VOZ DEL ABONADO 

Bien por el presidente

Unión Taurina de Abonados y Aficionados de Sevilla.-

     En UTAA-Sevilla hemos criticado en varias ocasiones errores graves del presidente Fernández Figueroa. Mañana podrá comprobar que críticos agradecidos, taurinos y ‘agradaores’ varios le van a zumbar la badana. Al menos desde aquí queremos decir bien alto y claro que la oreja que no concedió a Roca Rey en su segundo fue una decisión acertada y encima no incumplió el Reglamento.

     La norma dice que para conceder la primera oreja debe haber mayoría de petición. La tradición es que la petición se hace mostrando pañuelos. El griterío no vale. Pues bien, la norma no especifica si la mayoría debe ser del 51% o del 90%. Si queremos mantener la categoría de plaza de primera de la Maestranza y la excelencia de la labor de los toreros, apliquemos el 90%. Eso habrá pensado el usía cuando ha rechazado la petición, más gritando que con pañuelos. También evita una quinta Puerta del Príncipe, a todas luces inmerecida.

     La corrida de Cuvillo ha estado bien presentada, excepto el quinto, que no tenía remate ni cuajo de plaza de primera. Los toros han sido flojos, sosos y mansos consentidos. Tener en cuenta que una vez más la suerte de varas ha sido una auténtica vergüenza: no se pica y encima se aplaude. Hoy nos gusta señalar positivamente la cuadra de caballos de Enrique Peña. Nos consta que doma y prepara sus caballos con una dedicación plena y exquisita. Son caballos toreros que pocas veces pueden lucir sus cualidades en este destierro de la suerte de varas. Pero esta tarde el sobrero entra al caballo por los pechos, el picador no pica, levanta el palo, y allí únicamente pelean caballo y toro. El caballo alzado y sostenido por las patas traseras aguanta al toro y la res no logra derribar. Un aplauso para ese caballo del que desconocemos nombre.

     El no picar ningún toro propicia que el toreo de capote haya sobresalido esta tarde. Verónicas eternas y templadas de Morante. Como Juan Ortega mecía en la bamba del capote esas embestidas y como Roca Rey atacaba con firmeza y ponía sobre el albero lo que le faltaba a sus oponentes.

     Morante, entregado en la muleta en sus dos toros, ha ofrecido una buena tarde, pero siempre significando que los toros-bombones son su especialidad pastelera y, aunque se rajen, los busca y en chiqueros se da un arrimón.

     A Juan Ortega lo hemos visto desangelado. Quitando su buen toreo capotero, en la muleta no tuvo suerte con su primero que se vino abajo muy rápido y en el segundo no se acopló y paso desapercibido.

     Roca Rey, en su línea. Sale a darlo todo y encandila a este público triunfalista maestrante. Pisa terrenos comprometidos que provoca embestidas; otra cosa es el temple y buen gusto de sus muletazos. El toro-bombón de hoy, aparte de esa valentía intrínseca del peruano, pide más temple y empaque. Provoca con su labor enardecer al público también bombón y el presidente otorga dos generosas orejas que luego comprobamos comprendió que se equivocó y en el rictus de su cara se adivinaba que no habría Puerta del Príncipe.

     Si con esta rectificación consigue contagiar a sus dos compañeros de palco bienvenido al reino de las exigencias. Si es solo flor de una tarde, malo, malo, malo.


 GALERÍA GRÁFICA (Pagés) 


 OTRAS IMÁGENES (Javier Martínez) 

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