Solitaria oreja para el torero extremeño José Garrido de un gran toro de la ganadería de Torrestrella. Sus compañeros de cartel, Álvaro Lorenzo y Ginés Marín, fueron silenciados tras concluir sus faenas. Poco público en la Maestranza, con un tercio de las localidades de la plaza cubiertas.
SEVILLA / Corrida de toros
TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de Torrestrella, serios y de bonitas hechuras. Venido a menos el primero; con calidad, aunque acabó defendiéndose, el segundo; noble y sin entregarse el tercero; el cuarto fue un gran toro; quinto y sexto terminaron parándose.
ESPADAS: –José Garrido (de vainilla y azabache), silencio y oreja.
–Álvaro Lorenzo (de blanco y plata), silencio tras aviso y silencio tras aviso.
–Ginés Marín (de verde y oro), silencio y silencio.
CUADRILLAS: Saludaron en banderillas Fernando Sánchez y Jarocho.
INCIDENCIAS: Un tercio de plaza.Se guardó un minuto de silencio en recuerdo de Palomo Linares, recientemente fallecido.
Manuel Viera.-
Viendo torear a José Garrido con el capote se comprende la emotividad de lance a la verónica. Porque lo que le hizo a sus dos toros fue sincero y emocionante. Porque, en su fondo, hubo belleza y valor. Por eso el toreo de capa del pacense fue un encuentro con la verdad. Inspirado y entregado. Sin duda, se trató de lo mejor visto en la tarde: una notable forma de lancear de gran categoría rítmica y emotiva expresión. Una forma de torear que rezumó sinceridad y calidad.
No hay duda que Garrido es poseedor de un toreo interesante, seguro, expresivo y, a veces, embaucador. Por eso hizo filigranas colmadas de torería con el gran cuarto de Torrestrella. Fue ‘Ruidoso’ un toro bravo con una calidad inmensa en sus embestidas. Lo demostró en sus idas al caballo y en la forma de acometer la tela roja. El joven diestro de Badajoz le hizo una faena interesante, expresiva a veces, ligada, de momentos relucientes, sobre todo, en los remates, adornos y detalles. Una de esas faenas que dejan sensación de gozo, que llegan tras lo bien hecho, pero que no alcanzan el apasionamiento deseado. Una faena a un gran toro que supo a poco. Y una oreja, tras hundir la espada, de un toro de dos.
El primero se vino a menos y acabó defendiéndose. Tras la limpia portagayola, Garrido, lo toreó a la verónica de forma superior. La media, en los medios, fue de embrujo. Y poco más, porque el ‘torrestrella’ se apagó. El acero quedó atravesado y necesitó de dos golpes de descabello para finiquitar.
La despaciosidad del muletazo o el refinado trazo de un natural, junto a la precisión en la ligazón y los esplendidos remates por bajo y de pecho, contribuyeron a realzar la templada lidia de Álvaro Lorenzo al segundo. Un toro con clase en sus escasas embestidas que acabó defendiéndose en las telas. El toledano toreó despacio, con mimo, bajó la mano y ejemplificó su concepto en aislados muletazos a derecha e izquierda que no tuvieron continuidad. Además mató fatal. El quinto fue un toro que nunca se entregó en una faena, larga y desigual, con algún que otro muletazo diestro de templado trazo. Lorenzo volvió a matar mal.
Ginés Marín no logró vencen lo escollos que la falta de entrega le planteó el tercero. Un toro noble que se movió y protestó en la muleta. Así su toreo se vio un poco ensombrecido por la dificultad de una lidia que, sin demasiadas complicaciones, no tuvo sólida estructura. Faena larga que perdió fuelle a medida que transcurría. Y es que a veces no vale la pena marear la perdiz repitiendo cantidad si no es con calidad. Con el sexto, soso y de mayor complicación en las embestidas, fue a por todas desde que caminó decidido a chiqueros. Después dejó momentos relucientes al lado de otros de singular espesura. Acabó con su primero de estocada y pinchó al último.
LA VOZ DEL ABONADO
Corrida con muchos matices
Unión Taurina de Abonados de Sevilla.-
Primer festejo del ciclo continuado de la Feria de Abril. Cartel del gusto de aficionados porque ante astados de Torrestrella, hierro encastado, se enfrentan tres toreros jóvenes que intentan romper el escalafón para hacerse hueco e imponer su torería. El primer matiz es que su tauromaquia no rompe con los cánones modernos del toreo actual. Es más de lo mismo y, aunque se esperaba cierta calidad en su labor, lo cierto es que en términos generales salimos decepcionados. Cierto es que los toros de Álvaro Domecq no son la ‘tonta del bote’ de los dos festejos anteriores. Sin llegar a ese medio-toro que nos tienen acostumbrados las figuras, los toros jerezanos, ni aburrieron al aficionado, ni se ‘dejaron’, sino que plantearon los problemas que conlleva la casta y transmiten esperanza de faenas trabajadas y algo de emoción a los tendidos.
Los dos borrones de Torrestrella fueron la manifiesta flojedad del primero y las dudas que al aficionado presentaban los pitones del lidiado en segundo lugar. Eran defensas que pedían a gritos un análisis posterior, pero ya sabemos que los presidentes y veterinarios están a otras cuestiones. Ni que decir, que una vez más la suerte de varas fue también puro teatro, estafa clara y continuada al aficionado al que entre todos hurtan una parte tan importante de la lidia.
Advertencia a José Garrido: es su obligación colocar al toro en suerte tras la raya de menor diámetro. Nadie tomará cartas en el asunto. Lo mejor de la tarde lo firmó Garrido en el cuarto. Lances primorosos con el capote y faena vibrante con la muleta. Comenzó de rodillas para calentar. Dos tandas con la derecha ganando terreno para fuera y continuidad con la izquierda, aunque ya más desigual su labor. Como el toro tenía poder y su embestida transmitía emoción, la labor del torero llegaba a los tendidos y al matar de estocada bien ejecutada y certera, se pidió la oreja, que fue concedida.
Álvaro Lorenzo sorteó dos toros con posibilidades de triunfo. Aceleraba los muletazos, poco sometimiento por bajo. Algunos enganchones. Poco toreo en redondo. Mucho toreo rectilíneo. Mató fatal a su primero. En definitiva: no supo o no pudo con sus oponentes. Ginés Marín se dejó ir con las orejas puestas un tercer toro al que dio muchos pases, pocos de calidad, sin someterlo por bajo, ni mandar en su labor. En el sexto, que se apagó demasiado pronto en la muleta, no aprovechó las pocas tandas que tenía. Otra vez ese toreo moderno rectilíneo con el toro hacia fuera, que desdibuja la estructura de una buena faena.
Torrestrella ofreció la sensación de que hubo posibilidades de triunfo que fueron desaprovechadas por una terna que debe madurar bastante.
LA CORRIDA, AL COMPÁS
De aguerrida torería
Fernando Naranjo.-
Una escala de valores
de una juventud pudiente.
Y el río le dijo al puente,
estos son de los mejores
y hay que ofrecerles los oles
que guardamos para abril.
Y el puente, al Guadalquivir.
Ponte firme y echa el alma
y ve batiendo las palmas,
que la Feria ya está aquí.
‘Escalera de colores’.
No entiendo yo de esas cartas;
yo solo sé y echo en falta
de sevillanos sabores,
unos criterios mejores,
una corrida pareja
aunque de ésta poca queja,
porque sirvieron tres toros
y ese cuarto de buen modo
hoy se fue con una oreja.
Hubo tras cinco silencios
esa merecida oreja
y tres toros que se dejan,
mas a ese cuarto evidencio
porque en las rayas del tercio
quiso estar en su pelea
y mostró su honda ralea
cocida en ‘Los Alburejos’,
él se vino desde lejos
y mi alma sin pudor jalea.
Su toreo despacioso
fue limpia y excelsa brisa,
y aunque llegó ‘Mucha-prisa’,
fue con el bravo ‘Ruidoso’
dónde encontrose garboso
y toreó al ralentí.
Sevilla debió gemir
para encumbrar al torero
cuando su alfanje de acero
hizo a ‘Ruidoso’ crujir.
De los campos de Toledo,
o de ciudad Imperial,
se deba la seriedad
de este mocito torero
que va despacio y sin miedo
con toledanas maneras
templando su capichuela,
mas de su fragua y su yunque
su acero mostró la herrumbre;
quiera dios que no le duela.
Llegó en rubio querubín
de entre Jerez y Olivenza,
su fuerte entrega y sapiencia
y brillante porvenir;
hoy no pudo sonreir.
En su lote no hubo suerte;
y esa clase que se vierte
y que en pureza revierte
en Sevilla no ha dejado.
Pero el regusto ha cuajado;
sin dudar volver a verle.
GALERÍA GRÁFICA (FOTOS: Matito)
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