Los vigilantes de la Maestranza, contratados por los empresarios Eduardo Canorea y Ramón Valencia, aplican mano dura para impedir el paso de neveras con latas y botellas de plástico con tapón a las novilladas sin picadores, causando un profundo malestar entre los aficonados. Muchos han optado por no asistir ante los rígidos cacheos.
Redacción.-
Esta noche se celebrará en la Maestranza la tercera novillada sin picadores del ciclo de promoción nocturno del mes de julio. Pese al creciente interés en los dos últimos años entre las pandillas de jóvenes y familias al completo por acercarse a la Maestranza en las noches de los jueves de julio para divertirse con los aspirantes, además de mitigar el sofocante calor cenando sobre los tendidos maestrantes, la empresa sigue este año con la mano dura en los cacheos a la entrada de la plaza de toros. Es tradicional asistir con las neveras portátiles, con tapeo para cenar y sobre todo mucha bebida fría para combatir el calor.
Sin embargo, los vigilantes de seguridad y los propios porteros de la empresa se emplean a fondo para prohibir el acceso a aquellos que lleven latas, botellas de plástico con tapones o vasos y botellas de cristal, así como algún otro objeto que sea incompatible con el cumplimiento de la Ley de Espactáculos Públicos. Esta Ley puede ser aplicable a espectáculos deportivos, como el fútbol, donde existe una larga lista de incidentes con esta clase de objetos. En cambio, ni en las corridas de toros existe en el mundo del toro incidente alguno; mucho menos cuando los que van a torear son tres jóvenes aspirantes que tienen de entrada el apoyo de los aficionados.
Es sorprendente el rígido control, por tanto, en los accesos a la plaza, que ya ha producido el malestar de quienes llevaban, entre otras bebidas, latas y botellas de plástico con su tapón, y han tenido que dejarlas a la entrada de la plaza si querían acceder. No tiene sentido ir en contra del propio espíritu de este ciclo de novilladas de promoción, cuando la propia Junta de Andalucía es sumamente permisiva y mira hacia otro lado cuando tarde tras tarde los maestrantes hacen uso ostensible de sus vasos de cristal en su palco.
El malestar de los aficionados por la rigidez de la empresa en esta materia es mayúsculo. Algunos optaron por marcharse al no dejarles pasar con sus neveras y no volver más, mientras que otros afirmaban resignados que la empresa buscaba rentabilizar al máximo el sofocante calor, al obligar así a consumir las bebidas que se venden en el interiro de la plaza, a tres euros la lata de cerveza (servida en vaso de plástico); cerveza, además, de una marca de bajo coste y baja calidad.
La entrada a los dos primeros festejos de promoción ha sido menor a la de años anteriores, sin cubrirse ni la mitad de la plaza. La nula flexibilidad de los vigilantes contratads por la empresa Canorea-Valencia para poder asistir con las clásicas neveras, entre otras razones, está haciendo que algunos desistan del intento y hayan dejado de asistir a estos festejos de promoción.