Defraudaron los toros de Cuadri. Toros de impecable presentación pero de alarmante falta de casta. Antonio Ferrera fue ovacionado en ambos tras tirar de oficio y veteranía. Leandro, indeciso e inseguro, no acertó con los aceros y fue silenciado. Eduardo Gallo, que justificó su tarde con dos tandas diestras bien trazadas y ligadas, saludó en el tercero y fue silenciado en sexto.
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Manuel Viera.-
De entrada, el mayor interés de la tarde radicaba en los toros de la familia Cuadri. Toros bien hechos, en su tipo, hondos y serios, de impecable presentación y presencia. Toros, algunos, que fueron aplaudidos por una minoría de aficionados cuando los vieron aparecer por la puerta de chiqueros. Toros que marcaron la tarde y la convirtieron en un espectáculo anodino y plúmbeo, donde el bostezo por aburrimiento predominaba en la gente. Y es que, salvo algunas notables excepciones, estos toros no suelen embestir. Tampoco lo han hecho en esta ocasión. La escasez de casta predominó en su sangre de forma alarmante. En unos y otros. La atisbaban en el inicio de la lidia, pero se le difuminaba tras pasar por el caballo con esperanzador empuje, para esperar después en banderillas y pararse en la muleta. Así unos y otros. Unos más y otros menos, pero todos se aplomaron.
No le quedó otra a Antonio Ferrera que aprovechar bien su técnica y echar mano de su experiencia para doblegar con el capote las recortadas acometidas del primero. Un toro al que le faltó fuelle tras las ilusionantes, nobles y buenas embestidas en los inicios de faena. El extremeño banderilleó de forma desigual e intercaló después a derecha e izquierda buenos y regulares muletazos con la característica de la solidez y la veteranía. Y no hubo más, una estocada trasera acabó con su enorme anatomía.
El cuarto se partió el cuerno tras estrellarse en el burladero por esa fea manía de los subalternos de hacerlos llegar a las tablas a punta de capote. Ni es al primero que le ocurre ni será el último. Fea costumbre de las cuadrillas en una lidia que perjudica más que beneficia. Al sobrero, un zambombo de 629 kilos, lo quiso lucir el torero nacido en Ibiza dejándolo a enorme distancia del picador. No fue el toro, y para colmo se le picó mal. Nefasta decisión. Ferrera se movió después con enorme habilidad técnica y cierta ‘comodidad’, pero no pudo lucirse en banderillas ni someter después las cortas y complicadas acometidas del manso. Lo finiquitó de certera estocada trasera.
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Parado, sin empuje, aplomado y malo resultó el segundo. Leandro anduvo indeciso, trazó líneas y a lo que hizo le faltó contenido. Con la espada nada ha cambiado: los pinchazos y descabellos se sucedieron hasta acabar mandándolo al desolladero. La inseguridad marcó la faena al quinto, un toro tardo, con la cara arriba y orientado. Las complejas embestidas dislocaron, más que vertebraron, al confuso Leandro. Pese a ello, el de Cuadri, ofreció posibilidades hasta quedar completamente parado. De nuevo la espada fue un calvario. |
Eduardo Gallo le realizó al tercero, un manso de salida con buen pitón derecho, una faena en la que mantuvo su poder de transmisión hasta el momento en el que se echó la muleta a la zurda. Se paró el toro y se esfumó cualquier posibilidad de triunfo. No más de dos tandas diestras bien trazadas y mejor ligadas aguantó el cornúpeta antes de desinflarse. Mató de estocada precedida de pinchazo.
El sexto dio poco de sí. Flojeó de manos y dijo no embestir en el prólogo de faena. Gallo lo intentó sin ninguna posibilidad. La gente aburrida y con el frío metido en los huesos tampoco quería aguantar más.
AL NATURAL |
«¿Dónde están los maestrantes?»
Francisco Mateos.- Los ánimos no están para muchos trotes en la Maestranza. La gente, la gente que aún asiste a los festejos taurinos en Sevilla, anda ‘mosca’. Hoy era uno de esos días de los que ese espcímen en vías de extinción que denominamos ‘aficionado’ acudía a la plaza con la esperanza de ver la emoción del toro encastado y el plus de valor de la lidia de un torero a un astado con raza. Pues no. Los de Cuadri, tampoco. |
Y ante tanto hastío y aburrimiento, cansado de abusos tras abusos en ya demasiados años, comprobando el personal que el grito de «‘¡Canorea, vete ya!», o el más clásico de «¡El año que viene, otra más!» le resbala a los empresarios como si estuvieran embadurnados en aceite, fijaron algunos sus miradas en el despobladísimo palco de maestrantes, con apenas una docena de miembros, mucho menos de un quinto de aforo. Y eso que ellos no tienen que retratarse con los 70 euros en taquilla…
Y claro, la gente ya explota: «¿Dónde están los maestrantes?», a lo que otro, con guasa, contestaba con otro grito: «¡Trabajando!». Malo es que Sevilla se convierta por la desidia de unos, el hastío de propios y el pasotismo de otros en una jaula de grillos de imprevisible final. No es de recibo que, cayendo lo que está cayendo, los propios maestrantes dejen vacío el palco de su plaza en plena de Feria de Abril. Ahora bien, para el sábado con Manzanares o cuando lleguen El Juli o Morante seguro que no cabe ni un alfiler en el palco maestrante. No es buen ejemplo.
DIEZ GANANDO UN PASO |
El recuerdo de una tarde de toros
Javier García Baquero (Ambitotoros).-
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LA VOZ DEL ABONADO |
Cuadri: sólo fachada
Unión Taurina de Abonados de Sevilla.- Presentación impecable de los toros de esta tarde en Sevilla. Ni un solo reproche a su hondura, seriedad y trapío. Algunos de ellos, aplaudidos de salida. Aquí se acabó lo que dieron de sí los toros de Fernando Cuadri, porque cuando tuvieron que demostrar el juego y lo que llevaban dentro durante su lidia, resulta que nos encontramos con animales sin movilidad, algunos con la cara por las nubes, otros gazapeando y volviendo la cara, desarrollando peligro; por eso la tarde fue aburrida y sosa. Poco que destacar. La veteranía de Ferrera para estar delante de estos toros, sobre todo en el primero de la tarde donde le robó la faena y a base de consentirle y provocarle su corta embestida consigue muletazos limpios y alguno de ellos hasta estimable. Falla Ferrera esta tarde en banderillas y debe pensar seriamente si continuar otras tardes ofreciendo esta suerte. Leandro ha estado mal sin paliativos demostrando su inoportunidad de estar incluido en los carteles en detrimento, quizás, de algún torero sevillano que tenía más mérito que su ‘enchufe’ con la empresa. En los dos toros ofreció un mitin con la espada. El tercero fue el mejor toro de la tarde. Peleó bien y por derecho en el caballo; Paco Tapia fue ovacionado en dos buenos puyazos. Domingo Siro se luce en banderillas. Sin embargo, Eduardo Gallo no entiende que el toro requería una faena corta y con más profundidad en los muletazos. Se limita a torear sin mucha limpieza y sin pisar terrenos adecuados. El sexto recibió mala lidia por parte de Eduardo Gallo y su cuadrilla, y como la tarde iba cuesta abajo y en la arena nadie ofrecía nada de nada, el aficionado marchaba a la calle despidiendo una triste tarde donde los toros de Cuadri no lucieron. |
LA CORRIDA, AL COMPÁS |
Seis naves negras
Fernando Naranjo.- Como negros nubarrones Cuánto lujo en los corrales Pero ¡ay Dios!, qué sacrificio: |
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A Pucela con sigilo Quise gritar ‘Pleamar’… Fue tarde de aficionados, |
GALERÍA GRÁFICA (Arjona) |
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OTRAS IMÁGENES (Javier Martínez) |
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LOS TOROS, UNO A UNO (Javier Martínez) |
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PUERTA DEL PRÍNCIPE (Javier Martínez) |
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