El madrileño Fernando Adrián ha firmado lo más destacado del festejo y ha cortado una oreja de la interesante, por encastada, novillada de Motealto. Antonio Espaliú, que se lució a la verónica, resultó herido de gravedad tras matar al quinto. Mario Alcalde, con el lote menos bueno, mostró demasiadas carencias para tan importante compromiso.
|
|
Fue el tercero de Montealto. Bien hecho, serio, noble. Bravo en el peto y en las telas. Cinco fueron los faroles hincado de rodillas que le instrumentó a modo de saludo. Quitó después por verónicas y rivalizó por chicuelinas al quite de Alcalde. Adrián tomó los trastos y de inmediato comenzó a hilvanar con rigor y voluntad un toreo mezcla de valor y seriedad. Algo que en las circunstancias que se daban con el utrero de Agustín Montes representó para el público un extra considerable. El natural fue verdaderamente hondo, trazado a modo de circular con enorme capacidad y sabia manera, para mostrar un toreo clásico e inspirado. Y notable fue la elegancia del pase diestro, o la capacidad para transmitir un toreo emotivo que, lástima, se quedó sin firmar con el acero.
Al sexto sí le cortó una oreja tras emplear sus mejores armas: el valor, la ligazón y el temple. Faena a derecha e izquierda, muy asentado, muy quieto, muy seguro, con la que exprimió lo mejor de este otro buen novillo de Montealto.
Ya digo, interesantes por presentación, hechuras y comportamiento los utreros procedentes de la sierra de Madrid. Novillos encastados en distintos matices y que no fueron aprovechadas en su totalidad la calidad de las embestidas.
Antonio Espaliú sólo se benefició de la clase que mostró el segundo al torearlo de salida. Cadencia y ritmo en los lances a la verónica, y una media de auténtico lujo. Después no fue igual. El sevillano mostró demasiada desconfianza en un trasteo en el que sólo destacó algún que otro natural de su particular cosecha que no fueron suficientes para reconstruir una faena discontinua, a menos y que quedó sin rematar con la espada.
Con el encastado quinto, Espaliú hizo un esfuerzo por ocultar su inseguridad consiguiendo no más de dos muletazos hilvanados y el detalle de la trinchera. |
Con el encastado quinto hizo un enorme esfuerzo por ocultar su preocupante inseguridad consiguiendo no más de dos muletazos hilvanados y el detalle de la trinchera y el pase por bajo con sabor y gusto. Para colmo, tras dejar la estocada salió prendido por el muslo derecho resultando herido de gravedad en la ingle. Mientras el novillo caía las asistencias lo trasladaban a la enfermería, donde fue intervenido. |
Mario Alcalde, debutante también, no estuvo bien. Demasiado compromiso para el que todavía muestra demasiadas carencias. En cierta forma todo lo quiere hacer auténtico, pero poco le sale. Pierde los trastos con una facilidad enorme. Descabellar al primero se le hizo eterno y peligroso para el público, que abandonaba las primeras filas de barrera temiendo que el acero despedido le hiriese cada vez que intentaba descabellar. Con el primero, complicado y sin clase en su embestidas, no dijo nada. Al molesto cuarto le intentó meter en la muleta sin resultado positivo. Mató con brevedad.
AL NATURAL |
El peaje de las novilladas
Francisco Mateos.-
Eduardo Canorea -o su cuñado Ramón Valencia– debería ser un pez gordo de Aumar, la empresa que explota el peaje de la autopista Cádiz-Sevilla: que usted quiere bañarse un dominguito de verano en las playas de Conil o Zahara, pues peaje que te crió. Pues igual en la Maestranza: que usted quiere su abono para la Feria de Abril, pues peaje que te crió con meterte media docena de novilladas, y cuarto y mitad de la corrida del Corpus. Es el peaje del abono. De un abono que el aficionado sólo compra interesado en los festejos de la semana de preferia y la de farolillos, pero no en las novilladas domingueras posteriores ni en un Corpus tan ‘madrileñizado’ como el que han colado este año los señores gestores de la Maestranza. |
|
|
Esta tarde ya no han venido ni los los que reciben la entrada regalada de los titulares de un abono, que prefieren la playa a quemarse el culete en los recalentados ladrillos (¿refractarios?) de la vieja Maestranza con 43 grados al comenzar el festejo… Pero es el peaje a pagar para tener un abono en la Feria de Abril. Y como dice Canorea: estas son las lentejas, si las quieres las tomas y si no, las dejas… Pero no hay otro plato. Mira que si un día de estos se indigesta el cocinero, o se le queman las lentejas… |
GALERÍA GRÁFICA (Eduardo López) |
||
|
||
|
|
|
|
||
LAS OTRAS IMÁGENES |
||