Curro Díaz ha sido cogido y herido de gravedad por el quinto toro de la tarde. El torero de Linares se disponía a torear al natural cuando fue prendido por el toro de Salvador Domecq, fracturándole el peroné y atravesándole el gemelo. Mala corrida de Manolo González. Los tres espadas se fueron de vacío.
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SECCIONES
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Manuel Viera.-
La tarde moría en el bostezo y el aburrimiento sin un solo momento de interés. Los ‘núñez’ de Manolo González, uno tras otro, mostraban feas maneras y nula clase en los engaños, flojeaban en los primeros tercios y llegaban sin fondo a los inicios de faena donde se apagaban y se paraban de forma definitiva. Mala corrida de quien volvía a la Maestranza tras más de media década sin lidiar en esta plaza. Y, quizás, tiempo ha de pasar para que vuelva otra vez. Así transcurría el insoportable espectáculo cuando el remiendo de Salvador Domecq, segundo toro de Curro Díaz, serio y extremadamente complicado, de un certero derrote le partió el peroné al jienense mientras toreaba al natural, hiriéndole, además, de gravedad en la parte inferior de la pierna derecha.
Fue la cornada a Curro Díaz la triste nota destacable de una tarde para olvidar. Venía Juan Mora a reconquistar Sevilla después de diez años sin poderlo hacer. Secundado por la solera de su toreo y revestido por la aureola de su ‘Otoño en Madrid’ se le esperaba y se le deseaba. Es verdad que no ha perdido ripio y ha hecho de la madurez una virtud. Sabe cómo empezar y cómo terminar sin dar tiempo al desánimo. Con el sorprendente espadazo da cumplida cuenta de que allí no hay nada más que hacer.
Venía Juan Mora a reconquistar Sevilla después de diez años sin poderlo hacer. Ha vuelto a Sevilla con una buena dosis de actitud
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Juan Mora ha vuelto a Sevilla con una buena dosis de actitud. Con el noble y soso primero consiguió con naturalidad mostrar sus formas con el trazo a derecha y el torero detalle del pase por bajo. No más. Esto, más el natural dibujado en la vertical, bastó para anunciar después que, sin emoción, no hay toreo. Como si de un mago se tratara, con inmediatez pasmosa, montó la espada y mandó al descastado toro al desolladero. Con el manso y rajado cuarto se comportó igual tras gustar en los lentos lances a pies juntos e intentar después, con algunas dosis de banalidad, torear lo que no se podía torear. De igual manera la estocada sorprendió y mató. |
La inspiración de Curro Díaz no encontró acomodo en la tarde. Y pese a adelantar los engaños, correr la mano con perfecto pulso no consiguió hilvanar más de dos muletazos al flojo y manso segundo. Trazó el pase diestro y el natural pero sin la más mínima emotividad. Al quinto, un remiendo de Salvador Domecq que mostró peligro en sus descompuestas acometidas, le expuso y le echó valor hasta conseguir manifestarse con el natural. Los pases zurdos se adaptaron a las complicadas embestidas con toda la intensidad de un toreo de izquierda que no tuvo continuidad, porque al iniciar el cite le sorprendió el bicho volteándolo e hiriéndolo en la parte inferior de la pierna derecha. Tan certero pitonazo le fracturó el peroné tras atravesarle el gemelo. De media estocada lo mató Juan Mora.
En cierta forma, David Fandila ‘El Fandi’ siempre ofrece espectáculo. Lo hace como nadie con las banderillas. Es ahí donde basa su entrega porque es lo que gusta a sus seguidores. Al flojo tercero lo agotó en un espectacular tercio del que sólo destacó el último par. Después, sólo le duró no más de una tanda de derechazos definidos y rematados. Peor lo tuvo con el natural porque el toro se le paró. De estocada acabó con él. Al sexto le banderilleó con más ortodoxia y menos espectáculo, y pese a cuidarlo en este tercio llegó a la muleta con desagradable cabeceo. Muchas ganas de agradar y valor para aguantar las complicadas y peligrosas embestidas del toro de Manolo González. De certero espadazo lo dejó para el arrastre.
AL NATURAL |
Emoción
Francisco Mateos.-
Si algo debe tener una corrida de toros es emoción. Es la palabra que engloba las demás cualidades que tiene este espectáculo único y distinto. La emoción es elemento indispensable en los toros. Y cuando se habla de emoción, se habla de emoción en todas sus acepciones. Emociona ver una faena casi tan perfecta como la de Manzanares al famoso toro de Cuvillo indultado. Es la emoción de la belleza, de la estética, de un toro entregado y un torero no menos entregado a terminar de cincelar su obra maestra sevillana. Emoción es también una suerte de varas de verdad, con el toro de largo, arrancándose de lejos, con un picador moviendo una cabalgadura ligera y levantando el palo para echarlo hacia adelante antes de que el toro tope con el peto y comience a meter los riñones. Emoción es también la faena de un torero arrojado con un toro complicado, donde se ‘huele’ la voltereta, pero que en la que el diestro logra someter finalmente al toro. Es decir, que la palabra emoción puede vivirse desde muchas vertientes, y todas ellas igual de importantes. Nada de eso hemos tenido esta tarde. Si algo no ha exitido ha sido emoción. Salvo los trepidantes pares de banderillas de El Fandi, que más que emocionantes me han resultado espectaculares, no ha habido más emoción. |
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LA CORRIDA, AL COMPÁS |
Obertura de tarantas
Fernando Naranjo.-
Ya florecen los almendros Las campanas de Linares |
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Van diciendo por ahí: Que triste el Guadalimar |
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GALERÍA GRÁFICA (Matito) |
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GALERÍA GRÁFICA (Paco Díaz / toroimagen) |
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LAS OTRAS IMÁGENES |
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PUERTA DEL PRÍNCIPE |
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