Luque y Vilches han firmado lo más interesante del maratoniano festival benéfico de la Hermandad de los Gitanos de Utrera cortando dos orejas cada uno. Tres horas y media de festejo con cante flamenco en los tendidos y escaso toreo en el ruedo motivado, quizá, por la flojedad de las reses lidiadas. Ponce, Conde, Curro Díaz y el novillero David Galván cortaron una oreja por coleta. Finito sólo fue ovacionado.
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Manuel Viera.-
A pesar de la pesadez insoportable de casi cuatro horas de festejo, el ‘Festival de los Gitanos’ recuperó el pulso para volver a ser referente en Sevilla en el prólogo de una temporada que se espera como agua de mayo. Así lo entendió Utrera, que acudió a la cita recordando viejas tardes de toros y cante en la noche para alegrar a los genios.
Hoy se cantó, y tocó, más que se toreó. Aunque el cante de Tomás de Perrate y Arcángel y el toque de Dorantes, a modo de ensalzar el arte en el ruedo, no fue inspiración tras lo que sucedía abajo, quizá una obligación. Porque cuando se hizo el toreo, cuando surgió en compás de la verónica y la filigrana del quite, cuando Luque ofrecía con el noble y bravo utrero de Lagunajanda su tauromaquia más reposada hasta conseguir con solvencia el ritmo del natural, permanecía en silencio el cante gitano de Perrate y apagada la frescura de voz de Arcángel. Sólo un insignificante toque de Dorantes amenizó una faena con la que el sevillano asombró a un público que se le entregó sin remisión. El largo epílogo no fue más que la guinda a un trasteo con el que, con alguna intermitencia, mostró conceptos fundamentales de pureza, elegancia y belleza. Daniel Luque ha ido moderando progresivamente su radicalismo en las formas hasta ofrecer un toreo más técnico, más despacio e hilvanado. Faena larga pero a la vez sorprendentemente intensa. Tras el conato de petición de indulto firmó con la espada en un segundo intento lo mejor del largo festejo.
Enrique Ponce le dio infinitos pases a un flojo y noble novillo de Hermanos Sampedro que se partió el pitón derecho nada más salir de chiqueros. Ni los tiempos muertos bastaron para recuperar embestidas. Ponce dibujaba trazos perfectos a derecha y a izquierda mientras Dorantes hacía brotar su música. Una estocada trasera puso fin a la larga faena.
Finito de Córdoba es un torero que en estado de gracia elimina de su toreo cualquier atisbo de banalidad, aunque para ello necesita de embestidas muy a modo y no el encastado tranco del novillo de Fuente Ymbro. Y, claro, así sólo pudo mostrar escasos momentos cargados de hechizo. Con la diestra, muy al final, levantó el ánimo alicaído de la gente en una serie de muletazos sentidos y ajustados. Con la espada, mal.
El toreo de Javier Conde parece a veces un bello discurso poético. Hoy la esencia de su arte sensible y estético tomó cuerpo en la peculiar personalidad del malagueño, y sin derivar en ese manierismo banal acostumbrado, toreó despacio, muy ligado y perfectamente rematado con bellos adornos, mientras Arcángel le acompañó con el cante icono de su tierra: el fandango. Sólo chispazos, momentos… No hubo más, quizá, por la excesiva flojedad del utrero de Vegahermosa. Mató con prontitud.
Formas refinadas, con la impronta del sentimiento, en el toreo de Curro Díaz. Hoy las mostró en escasos muletazos expresivos de un toreo que careció de emoción por la poca fuerza del novillo de Manolo González. Con estocada precedida de pinchazo firmó lo hecho.
Con una faena de notable trazo confirmó Luis Vilches la gran calidad de sus formas. Satisfactorio hacer del utrerano con el que se enfrentó a la difícil tarea de capturar las flojas y discontinuas embestidas del novillo de Peñajara. Luis navegó con destreza por las sendas clásicas del toreo hasta conseguir con la izquierda la armonía y el compás, y con la derecha la ligazón y el remate en un final con arrimón incluido. Una buena estocada, aunque precedida de pinchazo, bastó para tumbar al complicado utrero.
A David Galván se le atisban maneras. Quizás la faena fue un poco inconexa, debido quizás a las complicadas embestidas del utrero de El Parralejo, pero por otro lado hubo momentos de un toreo interesante y perfecto en la ligazón y el remate. Destaca también su técnica y el sentido del temple, con el que definió unas formas que quiere hacer auténticas. Con la espada, bien.
GALERÍA GRÁFICA |
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